Si hay amor nunca será tarde y por eso habrá que intentarlo las veces que sea necesario, porque el amor es de valientes, de personas que un día se atrevieron a superar el miedo, la rabia, la culpa y lo ansiaron nuevamente.
Si amando uno no es capaz de intentarlo, se merece todo lo malo que le pase, porque la otra persona volará ya sin remedio y con seguridad nos convertirá en un recuerdo. Seremos dueños de nuestra propia infelicidad, de nuestra propia tristeza y las lágrimas que derramemos no serán suficientes y lo peor, ya no servirán de nada. Por eso, no hay que irse sin haberlo intentado todo, porque además es el seguro si no se quiere regresar.
Y es que estamos hablando de amores adultos, amores de atardescentes que saben lo que hacen y lo que desean. Se valen la tristezas, se valen las dudas, se valen las rabias, se valen las separaciones temporales, pero a esta altura de la vida, se supone que uno ya sabe lo que quiere. Ya pasó el tiempo de los amores infantiles de esperar a ver que pasa, de hacer sufrir al otro, de ignorarlo y de borrarlo, porque en relaciones normales de adultos, lo bueno y lo malo, pasa y se construye entre los dos. Y las soluciones también.
Si hay amor nunca será tarde y por eso habrá que intentarlo las veces que sea necesario.
El problema resulta entonces ser, el cómo, porque no estamos hablando de discusiones tontas o peleas temporales, sino de situaciones extremas donde todo parece estar perdido. Dios está bien, el tiempo sana muchas cosas, las terapias y los consejos siempre ayudan, pero lo único cierto es que nada se arregla por sí solo. Creer que la solución caerá del cielo suena muy bonito, pero es poco realista.
Obvio, no hay fórmulas porque cada pareja tiene su propia dinámica, pero sí hay unas líneas generales que pueden ayudar. Hablar siempre, porque como dice Graham Greene es de las pocas cosas civilizadas que aún nos quedan. Lo primero es despojarse del ego y la soberbia, que en amores de pareja, resultan siendo una soberana bobería. Lo segundo y generalmente como consecuencia de lo primero, es pedir perdón por los errores cometidos. Acá no hay culpables exclusivos. Todo lo que sucede al interior de una pareja, lo han hecho entre los dos. Lo tercero es perdonar, olvidar y sanar todas las heridas. No se vale decir que se perdona y guardar los resentimientos para una pelea posterior. Cuarto, cerrar el ciclo para no volverlo a repetir, reconociendo lo malo que pasó, la enseñanza que dejó y los buenos tiempos que vivieron. Y quinto, tomar la decisión de volver a comenzar, de amarse hasta el final, de aceptarse como son y de construir un futuro entre los dos.
Para arreglarlo, no hay fórmulas, pero lo único cierto es que no se arreglará por sí solo
Sin embargo, puede pasar que nada de eso suceda y que los rompimientos sean cuando a uno de los dos el amor se le acabó. Y está bien, porque esa decisión también es un derecho y aunque cada cual escoge el camino para irse, lo lógico entre dos personas que un día dijeron que se amaban, debería ser una despedida amable y cariñosa, un no se pudo pero gracias, me hiciste muy feliz en algún momento de la vida, te deseo lo mejor. Irse tirando la puerta, ignorando al otro, habla es de quien se va, porque la persona que un día se amó, no puede convertirse de un momento a otro en el oscuro objeto de los odios y el desprecio.
En resumen, el amor o el desamor son decisiones que se toman y que tienen consecuencias que debemos asumir.