Cuarenta días

En este encierro que parece voluntario, empiezo a entender por qué las mujeres después del embarazo, nunca cumplen la cuarentena a la que están predestinadas. Saben de lo que se pierden afuera.

Algo parecido me pasa a mí, con la diferencia que no tengo un bebe para cuidar. Hoy son cuarenta días, en que me he dejado la barba, no me baño hace una semana, realizo teletrabajo y lo peor, es que siento que estoy en el primer día. La cuarentena me ha robado todo este tiempo y es la primera vez que me doy cuenta.

Ahora que mi hermana no está en “estos mundos sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón”, como la canción de  Serrat, he tenido tiempo para recordarla. Ella me enseñó con su ejemplo, lo importante que es fijarse en cada detalle, de cada minuto, de cada día.

“Marce, quedó entre nosotros. Recorrimos lo que sus pasos recorrieron: El Paseo de la Playa, al pie del inmenso mar Mediterráneo, El Paseo San Miguel en Torremolinos, en Málaga el faro de Gibraltar, en todos los sitios que supimos que amo con Carlos. Quedó en el recuerdo de nuestro paso vano.Se murió primero, aunque vivió más que nosotros, vivió el amor perpetuo, la bondad, la sencillez,  la intensa libertad, amó lo que hizo, expresó a través de su talento, su amor a nuestra madre. Replicó en España, el amor a Colombia.”

Vuelvo a la cruda realidad. Ahora que estoy adentro estos cuarenta días, quiero salir a respirar aire menos impuro, a mirarme en los ojos de otras personas, a que reconozcan en mis actos algo de bondad sincera, en mis palabras una pizca de humildad, a mirar lo que mi ceguera no me permitía.

Quiero salir despojado de soberbia, de comentarios inútiles que no ayudan a nada ni a nadie. Quiero dejar guardadas las apariencias, así como dejé guardada la ropa de marca, mirando cómo se acardenillaba en el armario.

Quiero salir a mojarme con la lluvia y que me seque el sol, a escuchar en la risa genuina de los niños, esa alegría espontánea que la perdí en el camino. Quiero salir a buscar el amor, no como el residuo, sino como la adición.

Quiero encontrar todo lo mismo aunque distinto. Yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos, los mismos aunque distintos. Quiero pensar que valió la pena la fraternidad, la paciencia, la espera y la solidaridad. Quiero decirle a Marce  que aquí están sus sueños.

 

*Por Daniel Turriago, dedicado a la memoria de su hermana Marcela…

 

LEAVE REPLY

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *