Darnos tiempo

Darnos tiempo, sin cambiar nada, es tan solo un adiós disfrazado de disculpa, Darnos tiempo intercambiando insultos y herejías no es más que prolongar una agonía.

 

Darnos tiempo sin mirarnos el alma, sin escarbar el corazón agranda  aún más las grietas que tenemos. Darnos tiempo para volver a hacer lo mismo no es más que una vuelta a la manzana. Darnos tiempo llorando cada día es tan solo martillarse varias veces el mismo dedo gordo.

Darnos tiempo sin cambiar nada, es un adiós disfrazado de disculpa

Darnos tiempo, sin revisar bien  lo que somos, es seguir buscando el problema en la mirada de otro en vez de enfrentarnos con lo que dicen los espejos.

 

Darnos tiempo alimentando a cada paso el odio  y las dudas, la inconsciencia y la torpeza, no es más que agregarle una gota de limón al dolor del corazón.

 

Darnos tiempos pastando en el pasado es no mirar hacia delante como un cangrejo que avanza con la mirada puesta atrás.

Buscar las culpas en la mirada de otro es abrir más espacio entre las grietas

Darnos tiempo  tampoco es regalarnos un reloj, y menos  decirnos palabritas de amor en las mañanas  sin sustentarlas con los hechos de la tarde.

 

Darnos  tiempo suena un poco loco si apenas buscamos ganar segundos para  darle fuerza a nuestro argumento, al mismo que nos trajo al instante de tener que pedirnos darnos tiempo.

 

Darnos tiempo es, tal vez, revisarnos bien el alma porque lavarnos las manos está bien pero no sobra un restriegue al corazón.

 

Darnos tiempo es, tal vez, confrontarnos en las noche, asumir lo que nos toca, matar ese enemigo que llevamos en el alma, soltar nuestros fantasmas para que vaguen libremente y seamos libre de ser lo que queramos para construirnos con quien nos de la puta gana. En ese momento no habrá necesidad de darnos tiempo, porque tiempo es lo que nos faltará para querernos.

 

Flore Manfrendi

Ecléctica y bizarra. Codirectora y bloguera

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