De la intoxicación a la infodemia

La comunicación es de esos actos humanos que hemos venido complicando sin razón. Nos hemos enredado en los adjetivos y los adverbios hasta perdernos en el camino de encontrar el hecho simple de lograr poner en común: Una persona con una visión particular de la vida, le dice algo a través de un medio a otra que lo entiende y lo procesa, también desde su propia perspectiva. Es fácil, como el fútbol que consiste en que los de azul le pasan la pelota a los de azul para meter un gol en la portería de enfrente.

Entre la intoxicación y la infodemia el mundo no sabe bien a dónde va

Sin embargo, en medio de tanta jerga y tanta algarabía, la hemos convertido en un verdadero galimatías donde la esencia se ha extraviado.Y hoy, que el mundo se debate entre el miedo y el asombro, estamos presos en medio de tanta sobreabundancia de información.

 

La OMS, dice que en  paralelo al avance del coronavirus, hay un nuevo concepto que también deja su impacto por estos días: la “infodemia”, una práctica que consiste en difundir noticias falsas o maliciosas sobre la pandemia y que aumenta el pánico o la angustia en las sociedades. Vivimos una época de verdadera infoxicación: Las redes sociales, los teléfonos inteligentes y las conexiones de wi-fi, gobiernan nuestras vidas. La cuarentena obligatoria nos ha graduado de  youtubers, de maestros de cocina, de expertos digitales en aseo, de coach de yoga y metafísica.

 

Hoy por hoy, es difícil concebir una relación que no esté mediada por las redes sociales y su construcción obedece a sus reglas: Inmediatas, rápidas, cortas, intensas y en muchos casos vacuas y banales.

 

 

Como la plata, Internet no es bueno ni es malo. Es realmente un mundo de posibilidades que se abren. Sin embargo por espacio o por tiempo, hemos llenado de banalidad nuestra existencia. La levedad se ha apoderado de nuestras vidas  y puede que nos comuniquemos más pero indudablemente no nos estamos comunicando mejor.  Tal vez Bauman tenía razón al decir que las redes sociales estaban basadas en el miedo a estar solos.

La comunicación es como el fútbol que consiste en que los de azul le pasan la pelota a los de azul para meter un gol en la portería de enfrente.

Hoy, y en medio de la tragedia que vivimos, necesitamos una salida diferente, cuya respuesta paradójicamente está en volver a las raíces: un dialogo de iguales entre personas que piensan diferente, mirándose a la cara. Saber que la comunicación es un acto de conquista diario donde es tan importante las miradas al detalle como los vistazos al horizonte lejano, un proceso exigente pero también satisfactorio, un asunto lleno de responsabilidades pero también de posibilidades. Volver al acto simple de preguntar para entender, de pensar antes de hablar, de saber antes de decir, de enamorar antes de imponer, de argumentar antes que vociferar, porque a la larga, todo árbol genealógico, siempre comenzó con un beso.

 

Mauricio Liévano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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