Creo en ti, todo poderoso, porque en el fondo de mi corazón creo que lo puedes todo pero a mí siempre me toca hacer la fila. Y me aguanto.
Creaste el cielo y la tierra, pero estoy segura que andas triste porque la polución ya no deja casi ver ni lo uno ni lo otro. También creaste lo visible, pero lo invisible no lo sé, porque como dice El Principito, eso no es visible ante mis ojos.
Creo en Dios a mi manera y no como quieren mis vecinos
Creo en un solo señor. Y bueno, en mi padre que también era un caballero. Dios de dios, luz de luz pero a propósito ¿que podríamos hacer con esos recibos de Codensa que me tienen hasta el cuello?.
Dicen que fuiste engendrado y no creado y eso es de las cosas que aún no entiendo, porque lo de la virginidad lo aprendí con mis amigas y luego lo olvidé con Daniel, el hijo de Azucena. Además bien sabes que creo en el aborto.
No creo en iglesias ni en pastores. Creo en ti porque sé que en algún lugar estás y me proteges.
También sé que Poncio Pilatos, te la hizo ver a cuadros y como tanto arrepentido que anda suelto, también se lavó las manos. Dicen que descendiste a los infiernos, pero por acá, no te he visto, ni siquiera en la hora pico de Transmilenio en la autopista.
En resumen creo en ti a mi manera y no como quieren mis vecinos. No creo que juzgues ni a los vivos ni a los muertos, tampoco creo en ninguno de tus representantes acá en la tierra, porque muchos tienen más pecados que tu amiga María Magdalena y sin embargo juzgan sin decoro.
Te siento vivo muy dentro de mí y por eso la única religión que practico a cada día, es la de intentar ser buena persona, ayudar a los demás, pedir perdón todas las veces que la embarro- que son muchas- querer de frente y sin amagues, darme toda por entera y pensar todos los días que estas en algún lugar y me proteges.