No me gusta Epa Colombia, no comparto lo que hace Epa Colombia, no me tomaría un tinto con Epa Colombia, no sigo a Epa Colombia. Es más, me mama Epa Colombia, me aburre Epa Colombia, me cansa Epa Colombia.
Todo lo anterior no me impide ver – y de alguna manera aplaudir- lo que en materia de mercadeo y promoción hace a diario Daneidy Barrera Rojas, su nombre de pila bautismal, como la puso “ la Gerardo” como llama a su papá.
No me gusta Epa Colombia, no comparto lo que hace Epa Colombia, no me tomaría un tinto con Epa Colombia, no sigo a Epa Colombia
Daneidy era una niña bogotana de clase media baja, frívola, arribista y consentida, cuyo mundo giraba en torno al galancito de barrio que regalaba tarjetas de Timoteo y le escribía frases melosas por whastapp. Su sueño era ser profesora de educación física. Juiciosa, juiciosa no era. Poco a poco vio que lo que escribía en redes, causaba algarabía. Fue así como empezó a llamarse “Chamita Cheer”, sin saber muy bien qué significaba ni lo uno ni lo otro. Tenía muchos amigos gais con los que se gozaba las rumbas del momento, pero en especial cuando llegaba el momento de deconstruir el corito de una canción de moda en ese tiempo: “Eeeh epa la arepa, eeeh epa el chorizo”. Fue cuando la suerte jugó a su favor. En 2016, la selección Colombia jugaba la Copa América y ella subió un video cantando a grito herido “Eeeh epa Colombia, eeeh epa Colombia”.
Las redes sociales estallaron en burlas con toda su carga clasista: “Guisa, coima, boleta, ñera, puta”, fue lo más bajito que le dijeron. Lloró los primeros días, pero en poco tiempo se dio cuenta, que lo que para otros era el karma, para ella bien podría ser la bendición. Ahí murió Chamita Cheer y nació Epa Colombia. Al poco tiempo se convirtió en una celebridad en Youtube y arrancó a monetizar sus videos. $800 mil fue su primer pago. Empezó a hacer publicidad a los comerciantes de su barrio y de ahí saltó a San Victorino donde la contrataban para promocionar sus almacenes.
En el Mundial de Rusia, otra burla social a sus videos, la encaminó por la ruta del éxito. En una fuente icónica de Moscú, salió cantando su Eeeeepa Colombia . Sobra decir que estaba borracha. La echaron del Sena por escandalosa, trapearon con su nombre, se burlaron de su “falta de clase”. Como muchas mujeres hemos hecho, calmó su depresión y su guayaba en una peluquería moscovita, donde descubrió la keratina. Y ahí cambió todo.
Epa Colombia logró convertir una burla clasista y una sátira de estrato en una marca conocida y exitosa
En Colombia, donde hay una peluquería en cada esquina, la keratina empezó a venderse como pan de trescientos y Daneidy a hacerse millonaria. Luego vino el escándalo por la vandalización de una estación de Transmilenio por la cual fue condenada a 63 meses y 15 días de cárcel y una multa de 472 millones de pesos, que pagó rápidamente mediante una campaña en Instagram. Su más reciente bochinche fue porque apareció botando plata en un helicóptero al mejor estilo de los capos de la mafia. Una vez más le volvieron a decir “guisa, coima, boleta, ñera, puta” y además “prepago y lavadora de dinero”.
A ella todo lo resbala porque lo suyo es el bochinche. Y la plata. Y la mucha plata y los empleos que genera. Sabe que el día que paute en La W o en Caracol, dejará de ser la guisa para convertirse en la empresaria emprendedora. No sé si es ella la que está detrás de todo esto, pero convertir una burla social, una descalificación de clase, una sátira de estrato en una de las marcas más reconocidas en Colombia, no es algo que muchos hagan.
Insisto, no me tomaría un tinto con ella, pero que es una tesa en mercadeo, nadie se lo puede quitar.