El bolerista equivocado

No puede haber tanto bolerista equivocado, porque a pesar de los estigmas, el amor todo lo salva, todo lo sana, todo lo cura. Todo locura.

 

En tiempos de odio, de rabia, de egos, de tirrias y arrebatos, necesitamos algo que nos tire un salvavidas para poder seguir viviendo. No es fácil porque nos hemos llenado de miedos y culillos para expresar lo que sentimos, para decir lo que pensamos y para luchar por lo que queremos. Hemos convertido el amor en una consecuencia, en un efecto, en algo desechable, en un elemento decorativo de la vida, un accesorio que quitamos y ponemos, porque la banalidad y la bobada son las normas que nos rigen.

 

El amor todo lo salva, todo lo sana, todo lo cura. Todo locura

 

Todo árbol genealógico comienza con un beso y aunque no todo buen sexo termina siendo amor, lo real que a pesar de todos los desaires que se le hagan, la historia de la humanidad está marcada por las relaciones que se tejen entre dos. Hay unas más fáciles que otros, pero a la larga- digo yo- son esos amores bobos, que no conmueven ni emocionan, poco profundos pero que sin embargo se dejan nadar. Hay otros complicados y difíciles, que se sacan chispas y raspones – tóxicos los llaman algunos, sin saber de lo que hablan- que lo intentan y lo intentan y lo vuelven a intentar y que al final terminan por brillar, porque de tantos encontrones, le sacan lustre de por vida.

 

“La quiero de una manera que no me deja alternativa: o asumo ese amor o la pierdo y me quedo por el resto de mis días reinventándola con otros nombres, otros rostros, otras latitudes, cambiando misterio por «sabiduría».”

― Guadalupe Nettel, Después del invierno

 

Por eso, dos personas que se aman y luchan por tenerse, terminan convertidas en bichos raros en un mundo donde nada se repara, nada se rehace, nada se remedia, nada se resarce, porque todo se reemplaza, todo se sustituye y todo se suplanta. Por eso, amar es de valientes, de personas con cojones -y sordas – que no hacen caso a lo que digan los demás y que a pesar de los problemas, persisten y resisten, porque saben que como decían los antiguos en latín “Omnia vincit amor”, que significa que el amor lo vence todo, o como dirían en el sur de África, “Bilita mpash” que significa un sueño maravilloso. Esa es la razón por la que los boleristas poco se equivocan.

 

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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