Todos se fueron. Incluso yo. Nada nos llega más tarde que el saber que era demasiado tarde. No hubo más remedio que fingir que no estaba en casa cuando tocaron la aldaba.
La vida sigue. Se abren los caminos y el pasado sólo cabe en los recuerdos. Como dice Luis García Montero, el poeta español: “si alguna vez la vida te maltrata, acuérdate de mí, que no puede cansarse de esperar aquel que no se cansa de mirarte”.
La alucinación o la ilusión. No he inventado nada, pero lo he intentado todo. O no y por eso sigo vivo. No sé si esa es mi gran tragedia o mi gran esperanza. Que yo no lo entienda o no lo sepa, no quiere decir que no exista.
Viajo ligero, frágil, sutil, casi imperceptible, liviano, que podrán ser muy sinónimo de leve, pero no se parecen ni un poquito. Tengo claro que una cosa es ser orilla y otra, ser pandito. El hechizo nos llega una sola vez. El resto son pequeños trucos de magia.
Más que suficiente.Menos que suficiente. Esa es la diferencia entre la abundancia o la escasez. Darlo todo. Quedarme sin nada, que es una forma de quedarme con todo.Y morir. Y renacer. Como la oruga que se convierte en mariposa. Y así, como en un ciclo interminable, hasta que todo acabe.
Sigo buscando – que es más divertido que esperar-. No se bien lo que quiero, pero lo único seguro es que tengo ganas. No sé bien lo que quiero, pero tengo claro lo que no. No tengo claro lo que quiero, pero espero darme cuenta.
Suena Hoy ten miedo de mí de Fernando Delgadillo.