La palabra parca viene del latín y se refiere a cualquiera de las tres deidades hermanas, Cloto, Láquesis y Átropos, de las cuales la primera hilaba, la segunda devanaba y la tercera cortaba el hilo de la vida humana. Obviamente nunca he leído latín, pero para eso están Google y las canciones de Serrat.
Como sea, la idea de la muerte me da mucha vueltas en la cabeza. Y no es que sufra de tanatobia, que es la ansiedad por morir. No. O por lo menos no lo sé. Lo que pasa es que hace tiempo le perdí el miedo. Lo que sí me perturba es que se me muera alguien que yo quiero, pero eso ya es otra cosa.
En realidad hay solamente cinco formas de morir: por accidente, por enfermedad, por suicidio, provocada por un tercero o por muerte natural. Hay una sexta, tal vez la más triste: morirse en vida.
“Si la muerte pisa mi huerto ¿Quién firmará que he muerto de muerte natural?”
Serrat
Salvado el tema de la forma, nos queda la incertidumbre de lo que pasa después de muertos y para eso cada quien tiene su propia interpretación, porque hasta ahora nadie ha vuelto para contarnos lo que allí pasa. Entonces, todo termina siendo cuestión de fe.
De alguna manera le hemos conferido una importancia especial a la muerte, porque siempre es un final. Por eso, vivimos más preocupados por la muerte que por la vida. Hacemos preparativos, acumulamos riquezas, nos guardamos los afectos, engavetamos alegrías. Si todos nos vamos a morir, ¿qué pasaría si viviéramos como si fuera a ser mañana? En verdad no lo sé, porque soy de los muchos que se preocupan más por lo que falta, que por la alegría de ver lo que se tiene. Tal vez en mi mundo utópico, diría la palabra que no he dicho, agradecería el amor que he recibido, ofrecería el perdón que no he entregado, amaría sin cesar y dejaría de esperar lo que nunca llegará.
“¿Cuál de todos mis amores ha de comprar las flores
para mi funeral?”
Serrat
La muerte puede ser entonces la mejor forma de vivir, el acicate que nos empuje a exprimir lo que tenemos, a chuparnos hasta la última gota del presente, la fuerza que nos impulse a honrar nuestros pasados pero no quedarnos a vivir en ellos y la claridad que nos ayude a entender que el futuro siempre es un deseo que tal vez no verá salir el sol para nosotros.
Por eso, tal vez hay que hilar más, devanarse menos y esperar en paroxismo y alegría hasta que Átropos haga su tarea, como dice Google. O las canciones de Serrat.