Las arandelas

Todo seria más fácil si la vida viniera con un folleto de instrucciones. Algo así como una cartilla paso a paso, que nos dijera qué tornillo va con cada tuerca y que nos enseñara cómo hacer casar el lado A con el lado B. Sin embargo, eso nunca pasa y en el mejor de los casos siempre nos sobra media docena de arandelas.

Y es que la vida es eso. Un eterno precipicio por el que rodamos sin  sostén, intentando arañar las piedras para hacer pie en algún momento de la existencia. Muchos lo logran, bien por suerte, o bien por pericia. Otros en cambio vamos de tumbo en tumbo, rodando por ahí, porque cuando  al fin lo logremos, tal vez ni nos demos cuenta ya que con seguridad terminaremos  confundiéndolo  con la demencia senil o el mal de Parkinson.

Todo sería más fácil si la vida trajera un folleto de instrucciones

No creo ser un hombre estable. Ni siquiera seguro, porque soy de los que piensa que cada día trae su afán y más que las urgencias lo que trae son las dudas, que suelo convertir en esperanza. Nada mata más que estar seguro, porque lo indudable paraliza, detiene, suspende, frena, aquieta, aplaca y tranquiliza los espíritus y eso a la larga, es estar a las puertas de la muerte.

Es por eso que me gozo las angustias, porque nada produce mas desasosiego que el intentar entender lo que pasa en nuestras vidas. Desde siempre he intentado unir los pedacitos para comprender el todo y aunque no siempre lo logro, disfruto la zozobra de no tener ni puta idea de lo que pasa en mi existencia.

Que esté roto no significa que no se pueda hacer un vitral

Tengo fama de difícil, de esos que complican un tinto con tal de entender la fórmula del agua con la que se hace o para los que el perdón no se alcanza a punta de disculpas sino con hechos verdaderos.

En la medianía de mi vida creo haber sido un hombre feliz porque he recibido mucho más de lo que merezco, empezando por el cariño de mis hijas. Lo que me enloquece es no saber qué hacer con esa media docena de arandelas que aun me sobran.

 

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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