De vez en cuando, suelen aparecer de cuando en vez, los “vendedores de humo”. Son personajes que con destreza, hay que aceptarlo, que algunas veces con buenos argumentos, hay que decirlo, que con algo de magia, hay que reconocerlo, combinan sus conocimientos -que los tienen- con una verborrea desatada para convertirse en los gurús de moda.
Hablan con propiedad de lo divino y lo humano, sientan cátedra, empaquetan teorías en frases llamativas o en nombres generalmente en inglés y terminan por creerse los dueños de la verdad. Suelen ser sinuosos y rastreros, afables y simpáticos, con amigos como niños de parto fácil, es decir bien colocados, que terminan siendo sus mejores resonadores.
En tiempos de redes sociales e influenciadores nos estamos llenando de genios de la nada
Pero en realidad, ¿quiénes son los dueños de las ideas, quiénes tiene la razón? La verdad, suele ser un hecho al que aún no le han demostrado que otro tiene la razón
Desde la aparición del ser humano, sea cual sea la teoría que se tenga- desde el big bang hasta el séptimo día- el hombre ha sido un ser social, y al decir social estamos diciendo que es un ser que se comunica., que necesita de los otros para ser.
La creatividad no consiste en inventarse el agua
Todas las sociedades se han construido a partir del acto básico y el hecho simple de que hay alguien que dice y hay otro que escucha cada uno desde su propia perspectiva, desde sus propias posibilidades, desde sus propios medios. Todos los desarrollos, todas las teorías, todos los adelantos, han sido y seguirán siendo, interpretaciones de esa posibilidad humana.
Y claro que hay pioneros. Y claro que hay seres creativos que se arriesgan y son capaces de dar miradas distintas todos los actos básicos, porque nuestras certezas de hoy fueron nuestras dudas de ayer. Sin embargo sentirse dueño de la verdad, sentirse dueño de la originalidad, es por lo menos presuntuoso. No se trata, ni mucho menos, de avalar la copia y la suplantación. Se trata, por el contrario de avalar lo simple, de retornar a las fuentes y beberse las esencias. La creatividad no consiste en inventarse el agua sino en entender que así como es posible el hielo, son posibles los helados…