Los invisibles

¿Qué por qué les pasan cosas malas a los pobres? Por pobres. No es porque Dios un día  haya amanecido de mal genio y decidido desquitarse con los que menos tienen o que el universo se haya alineado para joderles la existencia. No. Les pasa por pobres.

 

Y son pobres no porque lo quieran o porque les guste vivir con el agua al cuello o por perezosos o porque se gasten la poquita plata que se ganan en pola, morcilla y tejo. Son pobres, porque las oportunidades están contadas y las posibilidades de que la vida los sorprenda con una de esas, son muy pocas. Son pobres porque les pasan estas cosas malas que los terminan de joder y porque cada vez que estas cosas pasan, los políticos de siempre, los aviones de toda la vida, los avivatos sempiternos o los hijueputas de ocasión, aprovechan el momento para llenarlos de promesas de reconstrucciones en cien días, de fotos maquilladas cargando ayudas encajadas, de puentes y de ríos, de salud y educación, promesas que ellos escuchan sin chistar, porque fueron las mismas que les hicieron a sus padres y también a sus abuelos, porque si algo se hereda, es la pobreza.

 

A los pobres les pasan cosas malas por pobres, no porque Dios haya amanecido de mal genio con ellos

 

Se nos llena la boca hablando del milagro de Barranquilla, con sus rascacielos y su vestido de Miami, que les da incluso para pedir ser sede de un gran premio de la Fórmula 1, pero se nos olvida que según el Dane, más del 50% de los hogares barranquilleros no tienen las tres comidas diarias garantizadas. Y qué decir de Cartagena. Mucho turismo, mucho Patrimonio de la Humanidad, pero la verdad verdadera, es que según “Cartagena cómo vamos” el 48 por ciento de la población se encuentra en condición de pobreza y el 12% de los cartageneros no reciben ingresos suficientes para suplir al menos su alimentación. Y qué decir de Colombia. El año anterior cerramos con estas cifras: El desempleo se ubicó en 13,7% y la pobreza multidimensional alcanzó una cifra alarmante: 9,04 millones de pobres en el país. Según el DANE, 21 millones de colombianos se encuentran en pobreza monetaria con ingresos per cápita promedio de $331.000 mensuales, y 7.4 millones de personas viven en pobreza extrema con ingresos promedio mensuales de 145 mil pesos.

Hace un par de semanas la FAO alertó que el 54,2 % de la población colombiana vive en inseguridad alimentaria y cerca de 16 millones de habitantes viven con dos o menos comidas al día. El Gobierno salió rápidamente a desmentir las cifras como si comer mierda todos los días contará como plan de nutrición.

 

A los pobres podrán faltarles muchas cosas, pero no la dignidad

 

Las cifras son terroríficas, pero peor que ser pobre, es ser invisible. Como con la mugre, nos gusta meterlos debajo del tapete, mirar para otro lado, hablar de ellos en las discusiones de café o con el tintico que nos ayuda a bajar la llenura del almuerzo.

Sin embargo, a los pobres podrán faltarles muchas cosas, pero lo que les sobra es dignidad. Saben y tienen claro, que cuando cese el hedor, se seque el barro y los damnificados se rehagan, los buitres y los chulos alzarán sus alas para irse en busca de una nueva tragedia. Y entonces volverán a estar solos, como siempre, como ayer, cuando se pudo prevenir una tragedia, como la semana pasada, cuando se dejaron engañar, como el año anterior cuando los despojaron de sus tierras. Solos con sus muertos y sus miserias, pero también, solos con su decoro y su decencia.

 

 

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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