Los nuevos masculinos

No cabe la menor duda que durante siglos fuimos una sociedad patriarcal. Noah Harari hablaba en su libro “De animales a Dioses” de la imaginación compartida que establecen las diferentes sociedades para convencer a muchos extraños para cooperar entre sí. Y así lo han hecho los partidos políticos, los movimientos ideológicos y los cultos religiosos.

 

Durante muchos años y aún hoy, la mujer estuvo hecha para cocinar, abrir las piernas, hacer caso y parir la cantidad de hijos que pudiera. Nuestras madres y nuestras abuelas así lo padecieron. Hoy las cosas han cambiado y la lucha no ha sido fácil. Mujeres tesas y verracas han dado hasta la vida por defender sus derechos y es mucho lo que se ha avanzado, pero también es mucho lo que falta porque en muchas sociedades, las taras aún persisten.

Sin embargo, también hay que reconocer que los hombres han cambiado y lo que los sociólogos llaman la nueva masculinidad ha contribuido a la construcción de una sociedad más igualitaria, no como una concesión sino a través de una conciencia verdadera. Se habla incluso que esta tendencia, entendida como un movimiento social y político surgido en los años 90, propulsado en un principio por las mujeres, tiene como objetivo claro exigir que tanto los hombres como las mujeres dispongan equitativamente de los mismos derechos y necesidades.

 

Nuestras madres y nuestras abuelas padecieron durante años del machismo de una sociedad patriarcal

 

De alguna manera, los hombres también estuvieron presos de su propio fetiche machista que los “obligaba “ a ser y actuar de una determinada manera. Estereotipos como aquellos que dicen que si eres un niño no puedes llorar o que si eres una niña no puedes jugar al fútbol, terminaron por ponernos un corsé, que apretaba por aquí y asfixiaba por allá.

 

El hombre de hoy llora sin pena, ríe sin cortapisas y asume su pareja en igualdad

 

El hombre de hoy le da paso sin miedo a sus emociones. Es capaz de llorar sin que le de pena, de reír sin cortapisas, de exponer sus argumentos sin gritar, de entender que la mujer tiene su propia forma de afrontar la vida, de asumir a su pareja en igualdad, los hijos como una responsabilidad de ambos padres y el cuidado de la casa como una responsabilidad de los que viven. No hay una única forma de ser hombre. La ternura y la bondad hacen parte del catalogo de muchos. Expresar cariño, afecto, miedo, perdón, agradecimiento, pesadumbre, dejó de ser una carga para los hombres.

Obvio, faltan muchas cosas y es mucho el camino que falta transitar. Feminicidios, violencia de género, desigualdad salarial y laboral, son apenas una muestra…

Elena Villalba

Me gusta el sexo oral y escrito. Bloguera especialista en la condición humana

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