En pelea de ricos, el pobre siempre paga. Apenas les tocan el bolsillo, los pudientes salen a llorar y a hacer berrinche, que resulta tan sólo una toma de posición para salir a negociar con otros millonarios. Mientras tanto, los pobres pelean y argumentan como si su vida de ello dependiera.
Está semana el mundo del fútbol se estremeció porque los clubes europeos más ricos amenazaron con crear la Superliga, un torneo que agruparía a 20 equipos de la elite, para salvar al fútbol, según ellos. Inmediatamente la UEFA y la FIFA, salieron a gritar, que no, que eso es imposible, que enfrentarán consecuencias, que hay que defender al fútbol. Pelea de ricos, hipocresía pura, porque lo que menos les interesa es la pelota y porque ambos son del lado oscuro. Por más alta costura que tengan sus vestidos, se les notan los remiendos, ya que a ellos lo único que les interesa es el dinero. Unos y otros no han hecho más que mostrarse los colmillos como perros iracundos, que apenas les sueltan las cadenas se esconden espantados. Al final arreglarán porque la plata alcanza para todos. Hoy, el proyecto parece haberse derretido ,porque la mayoría de los socios fundadores se han bajado, pero que en algún momento habrá Superliga, habrá Superliga, de eso no hay duda.
Los aficionados, entretanto, también acallarán su hipocresía, porque apenas juegue la final el equipo que les guste, pagarán el Peiperviu y se olvidarán de lo que dicen. El fútbol es un negocio de privados que financian los hinchas que se meten la mentira que once tipos que sudan y dan pata, los representan y les dan felicidad. Así ha sido siempre con los equipos de barrio, con los de las ligas, con los de las copas y recopas y con las mismas selecciones, que nos embuten camisetas y refrescos. El capitalismo del fútbol, donde siempre ganan los ricos, donde los clase media se creen más de lo que son y los pobres, los que ponen el folclor, igualito que en la vida cotidiana.
La FIFA, la UEFA, la Confederación Suramericana, la AFA o la Dimayor, son clubes de privados, igual que la ONU, la OEA, el Grammy , el Oscar, la ATP, Asobancaria, Fecode, la Conferencia Episcopal, la Andi, los paras o las disidencias de las Farc. Privados, defendiendo su billete y sus dispensas.
Cuando pasan cosas como la Superliga o la Reforma Tributaria, todos salen a llorar para proteger sus intereses, mientras en las redes y en las calles los demás se dan en la jeta, esperando que algo cambie. Y no. Al final, cada uno sacará su tajada y los otros, los don nadie, se quedarán con la deuda y con la rabia. Como en la vida, Como en el fútbol.