Manolo es una especie de hermano menor de mis hijas. Lo conocen ellas y dos o tres personas más. Nació hace muchos años cuando mis hijas no habían crecido aún. El se quedó entre los tres y los cuatro.
No es ni mucho menos Peter Pan. Al contrario, es una especie de Benjamin Button. Es cariñoso y tierno, pero su frase favorita es ¡qué tonto, que me cae tan mal ¡ y lo dice con su voz a media lengua.
Mi ex esposa lo llamaba muchachito y le hablaba de muchas cosas. Peleaban, pero él la convencía de que le comprara un helado de pistacho. Manuela y Juanita se cansaron de él. Se aburrieron de ponerle atención, aunque alguna vez le escribieron una carta.
Hoy, Manolo es mi mejor compañía. Hablamos y jugamos. Nos reímos y peleamos. Le encanta el fútbol, los cuentos y por supuesto, la chocolatina Jumbo Jet. Se duerme temprano como yo. Es tímido y especial. Quiere tener un perro, pero no cuidarlo y sueña con adoptar a Emilio, el gato de Manuela.
Amo a Manolo y espero que nunca crezca…