No he estudiado mucho, la verdad. Terminé mi bachillerato a las patadas y a duras penas me gradué de la universidad. No sé inglés, no sé bailar, no he hecho ninguna maestría. He leído algunas cosas, he escuchado mucha radio, he visto mucho cine, pero sobre todo, he puesto mucha atención a lo que dicen las personas, lo que me ha permitido caminar por la vida sin problemas. En resumen sé muchas cosas, pero no soy experto en nada y en realidad soy lo que invento. Y lo que intento.
Estando en esas me topé con dos palabras: nefelibata y desvaído. Seguramente no las usaré en mi lenguaje diario, porque soy muy malhablado, pero su significado es muy poderoso. La primera es un adjetivo, dicho de una persona soñadora , que no se apercibe de la realidad. La segunda, también es un adjetivo que se aplica cuando algo ha perdido la intensidad de sus colores o que tiene un color pálido o apagado.
He leído algunas cosas, he escuchado mucha radio, he visto mucho cine, pero sobre todo, he puesto mucha atención a lo que dicen las personas.
La vuelta está muy larga para decir que a veces vamos por ahí ocultando nuestra chispa y opacando la intensidad de nuestros tonos. Cargamos el pasado como costras que se pegan a la piel y andamos por la vida mostrándole los dientes como si ella fuera la culpable de nuestras dudas, de nuestros miedos, de nuestros resentimientos o de nuestras desilusiones. Nos convertimos en seres desvaídos, sin colores, ni alegría, llenos de autocompasión y naderías, amargados con el mundo y con las personas que para su desgracia, se cruzan con nosotros. Y así nos va, porque nos vamos quedando solos, angustiados y afligidos. Sin color. Desvaídos.
Nefelibata y desvaído son dos palabras raras que no uso en mi lenguaje común
Sin embargo, no todo está perdido. A veces la vida misma se encarga de abrirnos las ventanas para ver de nuevo el sol y dejar de lamentar lo que no ha pasado o lo que definitivamente no pasó. Renacer cada mañana, porque vivir al día nos garantiza dar las gracias por lo que tenemos y no lamentar lo que nos falta. Y soñar, soñar con ganas, desear con esperanza, anhelar con ilusión, codiciar con perspectiva, volar con plan de vuelo y caminarlo paso a paso. En resumen, ser un nefelibata, lo que no nos garantiza nada, excepto la tranquilidad de mirar hacia delante.
Para eso no se necesita estudiar demasiado. Si acaso, poner mucha atención…