Por estos tiempos que nos corren, no resulta fácil ser un tipo bueno y eso, es algo en lo que todos los que hemos tenido la fortuna de habérnoslo cruzado en nuestras vidas, parecemos estar de acuerdo.
Lo conozco hace algo más de cuarenta años. No era el mismo de hoy, por supuesto. El de ese entonces era un vago, toma trago, montador, con una agenda en la que parecía tomar apuntes, pero que le duró todos los años de la carrera, descalzurriado, de zapatos ignorantes del betún y adorador obsesionado por el fútbol. El de hoy, sigue siendo el mismo, pero diferente.
Siempre fue una buena persona, aunque descalzurriado y montador
Con el paso de los años de viajes y lectura, de trabajo y sinsabores, de caídas y paradas, se volvió un hombre sabio, como el catalán de Cien años de Soledad que en realidad era Ramón Vinyes, un español que con el paso de los años se convirtió en un guía para Gabo.
El Gabo del que hablo, pocos le dicen así. Todos lo conocen como Gallo o como Gallito. El tipo sabe de todo, porque ha leído de todo, luego de que un genio como GOG ( Gonzalo González) le cambiara la vida en una clase por la noche. De los griegos y Oscar Wilde, de Sartre y Juan Villoro, de la Sanín y de Borges, de Cortázar y de otros.
Tiene dos obsesiones en la vida: La literatura y el fútbol. No sé en qué orden porque en ambos desborda fanatismo, fervor e idolatría. Tres veces a la semana juega fútbol y en las noches, tarde, luego de una jornada de trabajo, siempre tiene un libro qué leer.
Lee como pocos y juega fútbol tres veces por semana
Pero no nos digamos mentiras. Tipos que lean y les guste el fútbol hay muchos. Sin embargo, Gallito tiene algo que muy pocos: es generoso como ninguno y no solamente en lo material- que también- sino desprendido como amigo, de esos a los que uno le dejaría en custodia a sus hijos, porque se sabe que siempre tendrán en él una persona que los guíe, un ser humano que los quiera. Es simpático, culto, nulo para las cosas de la casa, puntual, comprometido, apasionado por las cosas que le gustan y de remate, es buen hijo y buen hermano.
En todos estos años de tener la bendición de ser su amigo, no conozco aún a nadie que hable mal de él. No podrían sin caer en la mentira. Es decir que su bondad es una opinión que gana por goleada.
Gracias, gracias Gallito por su amistad de tanto tiempo y gracias por ser mi sabio catalán.Cuando grande quiero ser un poco como usted…