Y yo sigo aquí sentado

Me gusta este parque. Hay niños que corren, perros que joden, gente que anda, vidas que pasan. Sentado, estaba pensando el día en que me harté de criticar a los demás, en que me mamé de mirar el plato ajeno, de fiscalizar sus verduras y sus postres. Fue una especie de revelación. De rebelación.No fue hace mucho y el hecho de que me haya hartado, no quiere decir que aún no lo haga. Es una droga, fentanilo lleno de arrogancia.

Mi ego sigue siendo una especie de Heliogábalo, dominado por la gula. Criticar todo y a todos ha sido la mejor forma de no hacer nada. Mi soberbia, una especie de culebrilla solitaria. Insaciable. Insatisfecha, resentida y afligida. Un cáncer.  Silvio, << todos los de mi generación, le decimos Silvio a Silvio>>  tiene una canción que lo resume:Jugábamos a Dios, con tiza pizarrón y escuela. Cuando era ganador, el barco de más alta vela. Jugábamos a dios, sin reparar en ser felices. Saltábamos al sol, sin tiempo para cicatrices, sin horas ni lujos, pelotas, bromas y dibujos gigantes, divinos al aire. Qué vanidad. No he entendido yo mis rotos como para andar buscando explicación a los de otros. En medio de este mundo tan lleno de opiniones, yo era el histérico que gritaba   “¡ Calma ¡”.

 

Pensaba en el día en que me harté de criticar a los demás, en que me mamé de mirar el plato ajeno, de fiscalizar sus verduras y sus postres. 

 

Pero algún día me aburrí. Y en esas sigo. Por eso, me miro al espejo y veo a un tipo al que le falta pelo, pasión y paciencia. Pálido, pedante, pueril, postigo, poético, perdido, y para completar un Piscis que solo quiere ser palíndromo para que lo lean igual de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, de arriba abajo, de abajo a arriba. Para que me lean igual de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, de arriba abajo, de abajo a arriba ¡ Pufff ¡

Hoy sé que solamente damos de lo que tenemos. Y en verdad algunos andamos muy jodidos, muy llevados, llenos de remiendos, recosidos, repletos de zurcidos, como para calificar a otros o como para que los demás nos vengan a juzgar, porque a veces ni siquiera pedimos que nos quieran, pero que por lo menos no nos jodan. Y en esas me he pasado medio vida. Un poco más en realidad. A veces, sin embargo, nos llega un golpe de suerte que nos hace darnos cuenta.

 

Me miro al espejo y veo a un tipo al que le falta pelo, pasión y paciencia

 

Pero ahora no me las voy a dar de San Francisco. Faltaba más. La tentación es muy grande. Criticar a los demás, produce una especie de micro orgasmo, casi, casi, una convulsión. En este mundo de locos, todos creemos tener un poco de razón. El celador criticándole al poeta sus estrellas.

Si hubiera escuchado más y adivinado menos, si hubiera comprendido más y criticado menos, tal vez mi vida sería hoy distinta. Habrá cosas que son irreparables. Otras no tanto. Habrá personas que son irremplazables. Otras no tanto. Asumo el dolor de no tener o de no estar como un proceso que me sana y por eso ahora, intento seguir concentrado en mi platico.

Los niños corren, los perros joden, la gente anda y las vidas pasan. Y yo sigo aquí sentado…

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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