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Es probable que alguien haya oído hablar o recibido algún mensaje sobre una supuesta «nueva clasificación de la edad» atribuida a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la que las etapas de la vida parecen alargarse. Quizás esa persona sonrió al pensar que, según esa tabla, ¡aún podría considerarse «joven»! Aunque la idea resulta atractiva, es crucial aclarar qué hay de cierto en ello y cuál es la verdadera visión de la OMS sobre el envejecimiento. Para quienes tienen entre 50 y 65 años, esta información es especialmente relevante, ya que redefine esta etapa no como el inicio del declive, sino como un período lleno de oportunidades.

En primer lugar, es importante despejar la confusión: la OMS no ha publicado una nueva clasificación oficial que establezca, por ejemplo, que la juventud se extiende hasta los 65 años. Esas listas que circulan son, en gran parte, información no verificada o interpretaciones erróneas. Si bien es cierto que la esperanza de vida ha aumentado y las personas se mantienen activas por más tiempo, la OMS no se dedica a establecer etiquetas de edad rígidas. ¿La razón? Han comprendido algo esencial: la edad cronológica es solo un número.La perspectiva de la OMS es mucho más profunda y práctica, centrada en el concepto de «Envejecimiento Saludable». ¿Qué implica esto?  No se trata de evitar el envejecimiento, un proceso natural e inevitable, sino de cómo se envejece. El objetivo es desarrollar y mantener, durante el mayor tiempo posible, la capacidad funcional que garantiza el bienestar en la vejez.

La capacidad funcional se refiere a las facultades físicas y mentales que permiten a una persona ser y hacer lo que valora: cubrir sus necesidades básicas, seguir aprendiendo, crecer, tomar decisiones, mantenerse activa, construir y sostener relaciones, y contribuir a la sociedad, ya sea a través del trabajo, el voluntariado o el cuidado de otros.

La OMS también reconoce que el envejecimiento es una experiencia muy diversa. Una persona de 60 años puede tener una salud y vitalidad comparables a las de alguien de 40, mientras que otra de la misma edad podría necesitar apoyo para actividades básicas. Factores como la genética, el estilo de vida (dieta, ejercicio, evitar el tabaco), el entorno socioeconómico y el acceso a servicios de salud tienen un impacto significativo.

Por ello, etiquetar a alguien como de «mediana edad» o «viejo» basándose únicamente en los años resulta simplista y, a menudo, impreciso.

Aunque la «nueva clasificación de edad» sea más un rumor que una realidad oficial, el mensaje subyacente es valioso: la manera en que las personas envejecen está evolucionando. La invitación es a mirar más allá del calendario y centrarse en lo que realmente importa: la salud, la capacidad de disfrutar la vida y la posibilidad de seguir aportando al mundo de forma única.

Para quienes están en sus 50 o 60 años, esta etapa está llena de posibilidades. Con la información adecuada y un enfoque proactivo hacia el bienestar, estas décadas pueden convertirse en algunas de las más plenas y gratificantes de la vida. La clave no está en la etiqueta de edad, sino en la vitalidad y en cómo cada persona elige vivir cada día.

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