No importa lo sobrio, no importa lo ebrio, siempre estoy pensando en algo. Mientras como, mientras hablo, mientras sueño,mientras espero y tal vez por eso, termino en la necesidad de construir un mundo para mí, un mundo donde caben todos pero unos caben más que otros. Un mundo caótico, desordenado, confuso, turbulento, anárquico, desconcertante, agitado, inestable, frenético,alborotado y revoltoso.
Mi caos aparece un martes cualquiera, cuando el café se enfría encima de la mesa y los mensajes sin leer se acumulan sin cesar. Mi caos llega siempre con las manos sucias de la tierra prohibida sin arar, desparramando por el suelo de la conciencia todas esas cosas que creía tener guardadas en cajones ordenados. Mi caos tiene esa cosa jodida y hermosa de revolverlo todo para que encuentre lo que no sabía siquiera que tenía refundido.
En ese mundo que creo para mi, viajan mis miedos y mis rotos, mis alegrías y mis sueños, mi dolor y mis emputes, mis arrebatos, mis espantos, mis dudas y sospechas. También habitan mis nostalgias tercas que se niegan a marcharse, mis rabias silenciosas que hierven despacito, mis ternuras escondidas que se asoman por mis grietas borrascosas. Ahí se refugian mis contradicciones, esas que me hacen amar y odiar al mismo tiempo, que me empujan hacia adelante mientras me jalan hacia atrás. Mis vergüenzas y mis culpas, mis ganas de gritar y mis silencios, mis obsesiones, mis manías, mis rituales más secretos, mis envidias confesables y las que callo avergonzado, mis deseos prohibidos, mis fantasías que jamás podré contar, mis memorias fragmentadas, mis heridas que no cierran, mis cicatrices que duelen cuando llueve y por supuesto, mis esperanzas obstinadas que se niegan a morir.
Sin embargo en ese caos, el amor trae la calma.El amor que me trae y que me lleva, que me tumba y me revuelca, que me para y me sostiene, el principio ordenador que me ayuda a levantarme cada día, que me dice que es posible pensar en un mejor mañana, a creer que no es difícil construir un mundo nuevo, a soñar con que un día llegarás de nuevo a traerme tu sonrisa o que podré vivir con tu recuerdo. O que podré vivir en tu recuerdo.
Por eso no me importa que el que café se siga enfriando encima de la mesa mientras el amor arda y me consuma,porque como dice Gonzalo Arango, “creo que el mundo no es para dejarlo ser simplemente mundo, sino para hacerlo mundo a imagen y semejanza de nuestros sueños, de nuestros deseos”.
No importa lo sobrio, no importa lo ebrio,hacer caos.Acercaos ( y ojalá nunca te vayas)