Es una bestia que siempre ha estado en mí, una sombra que me posee, un monstruo que llevo desde un tiempo que no sé. Y es que en este proceso de sanarme cada día, pude ver por fin su cara. Durante muchos años de mi vida, la disfracé de tristeza, de dolor, de egolatría, de nostalgia, de pereza, de malparidez, de poquedad, que no eran más que síntomas de tantas cosas que no dije. Intenté sanar un cáncer, tomando ibuprofeno de EPS.
Rabia. Pura rabia. Puta rabia, que descubro por fin con el último sorbo de café por la mañana de ese lunes soleado.Es una bendición. Una aparición. Un regalo de Dios o el Universo. Tengo derecho a mirar las nubes. A enamorarme de extrañas o a volver sobre pasos caminados. A creer en los milagros. A esperar que pase lo imposible. A ser ingenuo. A ser sabio. A ser todo y ser la nada. A contradecirme. A cambiar de opinión. A no tenerla. Tengo derecho a la poesía. A la música. Al silencio. A la palabra. A la falta de palabras. A ser vulnerable. A ser llorón y a ser sensible. A ser fuerte. A no saber quién soy ni a dónde voy. A descubrirme cada día. Y a la rabia. A los emputes. No solo al enojo simple que se me pasa al momentico.No solo al enfado ni a la bronca. No solo a la rebeldía del alma que se niega a aceptar lo inaceptable. No.También a la rabia que se instala por momentos en cada fibra de mi cuerpo como un veneno dulce y cruel. Rabia contra todo lo que pudo ser y no pasó, rabia contra las promesas rotas que se acumulan como escombros en el alma. Rabia que no conoce de horarios ni de lugares apropiados, que debió explotar de forma controlada en el momento menos esperado, transformando la calma en amago de tormenta.Rabia contra mí por guardar tanto silencio. Rabia que debió gritar lo que mi educación calló,lo que mi buenismo omitió jugando en contra mía.
Y hoy por fin le veo la cara. Como una revelación. Como una rebelación.Una verdadera insurrección.Porque hubo cosas que dolieron, porque hubo cosas que me jodieron la existencia, porque hubo cosas sin sentido,porque hubo cosas que tal vez no merecía,porque hubo promesas que nunca se cumplieron,porque hubo silencios cuando necesitaba una palabra. Y me callé y nunca lo dije. Y por eso los demás ( y yo, puuuuuuta rabia) pensaron que tal vez estaba bien,creyeron en la bondad de sus palabras y sus hechos,supusieron que tal vez no me dolió y siguieron con sus vidas mirando hacia otro lado, como yo que construí un mundo paralelo en el que todo estaba bien.
El sol se posa en mí este lunes de septiembre y me ilumina la existencia.Y está bien sentir la rabia. Está bien que duela en todo el cuerpo. Está bien que arda y me consuma. Porque de sus cenizas puede nacer algo nuevo, algo más fuerte y poderoso.Puedo perdonar y perdonarme, puedo pararme y sacudirme tanta mierda y tanto fango,puedo mirarme a los ojos y creer que habrá mañana.
Esta semana he llorado más que de costumbre y tengo la piel en carne viva porque he abierto la herida para limpiar por siempre y para siempre, la pus y podredumbre que han carcomido mi alma y mi existencia.Lloro y tambien he vuelto a sonreír,porque me he dado el placer de sentir rabia sin creer que soy culpable.