El hombre de los problemas

Pocos saben quién fue Abu Abdallah Muammad ibn Musa al-Khwarizmi, pero la verdad  es que todos los que hemos pasado por un colegio a una escuela en Colombia y en Latinoamérica, lo hemos padecido. Unos más, otros menos.

 

En plena época de billares y de  ebullición de las hormonas, la imagen de  Al Juarismi, como también se le conoce, causaba verdadero terror porque era la puerta de entrada a las incógnitas a resolver,  a las variables a dilucidar. En fin, era como la Colombia de hoy: llena de problemas.

 

 

Al Juarismi  fue un matemático, astrónomo y geógrafo persa que vivió entre los años 780 y 850. Aunque muchos lo consideran el padre del álgebra y de los algoritmos, lo que nadie tiene idea es por qué su imagen terminó convertida en la portada del álgebra de Baldor, que sin duda  ha sido y será, la madre de tanto desquiciado que anda( mos) suelto por ahí.Incluso hace tres años, los genios del marketing, modernizaron su imagen, la estilizaron y la verdad verdadera, es que el mundo ya no volvió a ser el mismo

 

 

Al Juarismi no es Baldor, pero muchos lo asociamos porque el solo hecho de ver al barbudo delante de las monumentales construcciones persas, producía verdadero pánico a muchos de nosotros. Decir Baldor, era decir problemas, era decir no comer una semana las onces del recreo o quedarnos con las vueltas del mandado para poder pagarle al pilo del salón para que nos resolviera los problemas que dejaba Godoy para el viernes en la tarde.

Recientemente, los genios del marketing, modernizaron la imagen del Álgebra de Baldor. Soluciones chimbas que nadie había pedido

Y es que la imagen de  Baldor, aunque induzca a asociarlo con el difunto Osama Bin Laden, no tuvo nada de islamista. Es más, ni barba tenía, porque si la hubiese tenido sería más por Fidel y el Che Guevara, que por algún icono del Islam. Paradójicamente, Aurelio Baldor no fue ni pedagogo profesional ni matemático ilustre, sino abogado graduado en la Universidad de La Habana. Nacido en esa ciudad en 1906, hijo de padres con ancestros europeos, Baldor recibe su apellido como una contracción del Valle del Oro en  Cantabria  al norte de España, de donde era su madre.

En la época de la Cuba de Batista, Baldor, fundó un colegio que alcanzó a tener 3 500 alumnos, algo que envidiarían muchas de las universidades de garaje que funcionan en Colombia. Exitoso, Baldor cosechó fama dentro de la sociedad habanera, que consideraba un verdadero honor estudiar en esa institución. Esa misma fama, sería el principio del final de sus amaneceres en La Habana, porque con la llegada de los Castro al poder, Baldor empezó a tener problemas, que lo llevaron un año más tarde a  emigrar, primero hacia México y luego a los Estados Unidos, donde finalmente moriría.

 

Si la vida no hubiera dado tantas vueltas, los hijos de Baldor serían multimillonarios por las  regalías producidas por sus libros, porque en las listas de útiles escolares podrán faltar las cinco resmas de papel y los doce rollos de papel higiénico, pero nunca el libro de Algebra. Sin embargo, en la época  en que decidió emigrar, vendió todos sus derechos a la editorial mexicana Publicaciones Culturales y se armó de capital para huir. Mal negocio, porque por lo menos en Colombia el libro se consigue por un precio de $65.000 y de segunda entre $25.000 y $35.000.

 

Como sea, Baldor ha sido y será  el compañero inseparable de los estudiantes colombianos y el causante de muchos dolores de cabeza y mucho sufrimiento, porque al fin y al cabo, es un libro lleno de problemas…

 

 

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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