Sin la gente que ha pasado por mi vida, no sería lo que soy.Con mis luces y mis sombras. De cada uno he tomado algo. Estoy hecho de pedacitos de otros. Soy ellos. Soy mi yo. Es un revuelto raro. Lo sé. Eclecticismo, dicen. Tal vez la gente que me quiere, me quiere, porque se ven reflejados un poco en mí. Un poco espejo. Un poco eco. Y tal vez me pase lo mismo con ellos. Tal vez nos quisimos en otra vida. Tal vez tenemos una deuda por saldar. No sé. Muchos tal vez. Casi un delirio.Una borrachera de nostalgia.
Me gusta sentarme en el viejo sillón azul de mi sala que Lala insistió en remodelar. Miro mis libros, oigo mis discos,me tomo una ginebra. Este espacio tan pequeño, tan lleno de todo, tan intentando infructuosamente llenar vacíos, tan lleno de velas y cajitas musicales, tan lleno de cojines, tan lleno de fotos de mis hijas, tan lleno de recuerdos.Tal vez soy un fantasma que habita entre sus formas.
Pienso en una frase de Javier Marías que me encanta: “no estamos tan solos como se cree en esa habitación en la que nos hemos encerrado. Nos acompañan las palabras de otros. Nos acompañan las palabras de los otros, las historias de otros, los libros de otros”, y yo, que tengo una memoria la hijueputa, recuerdo cada palabra y cada gesto, cada risa y cada lágrima, cada momento y cada beso de las personas que yo he amado y a quienes querré sin importar si me pierdo en su memoria o si se olvidan de mi nombre que será entonces mi segunda forma de morir después de dejar de respirar.
Y es que mi amor y mi memoria son tan selectivos como fuertes. Elijo con cuidado. Corto, pego y borro. Corto, pego y borro y por eso para mí, recordar es alegría, porque no retengo los dolores que pasaron por mi vida. No guardo las tristezas, ni tampoco los ahogos. Me enseñaron y se fueron, maestros de ocasión. Cómo olvidar el amor que he recibido, las risas que me han dado,los consejos que me han salvado de mí mismo, las caricias que han tocado mi existencia, la mano que me ha salvado del fango y de la mierda,la palabra dicha a tiempo,los orgasmos y pasiones,el abrazo solidario,la generosidad a toda prueba,la paciencia que han tenido y por eso, lo que siento es para siempre.
Borges dice: “si hay algo que no existe, es el olvido”. Por eso,mis recuerdos tienen nombre propio y las personas que se fueron, en realidad nunca se han ido, sino que ahora viven en una lejanía pasajera.Vivo con sus voces y sus mañas, con sus risas y sus miedos, su olor y sus perfumes, sus caricias y pasiones, sus dolores y pasados, sus sabidurías y fracasos, sus cariños y sus fuegos, sus mimos y delirios,porque todos tienen rostro en mi memoria. En cada latido llevo sus latidos y en cada suspiro, sus suspiros.
¿Dónde termino yo y dónde comienzan ellos? ¿Acaso importa?