Caja de música

Lo que comenzó como una reunión de viejitos decadentes a quienes los nietos no sabían dónde poner, terminó convertido en uno de los fenómenos musicales más importantes de la Cuba de los últimos tiempos. El Buena Vista Social Club, es sin duda un referente  para todo aquel que sepa algo de música y sobre todo  que se goce el son cubano y los boleros.

 

El Buena Vista fue un club famoso en la época de Batista, donde la gente de la alta sociedad habanera se daba cita para bailar y tomar trago. Sin embargo, con la llegada de la revolución, entró en decadencia hasta que fue cerrado, a principio de los 60.

Eran unos abuelitos que los nietos no sabían dónde poner

Los músicos, por su parte se paseaban por  La Habana, rasguñando monedas extranjeras y otros con una sólida carrera en los clubes de la ciudad. Sin embargo, un gringo vio cómo era la cosa y disparó a la fama mundial al puñado de viejitos.

 

Ry Coorder fue el genio o el vivo, como se quiera leer. Es un guitarrista al que todo el mundo recordará como  el redescubridor de los ancianos del sabor, más que por su excelsas dotes musicales. El éxito fue inmediato. Incluso el director de cine Win Wenders grabó una película con el mismo nombre que  estuvo nominada al Oscar como mejor documental.

Buenavista Social Club fue un fenómeno mundial a pesar de que muchos de sus músicos se han venido muriendo de viejos

A partir de entonces el mundo supo de Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo,  Compay Segundo, Rubén González, Eliades Ochoa y Barbarito Torres, entre otros, primero como unos viejitos simpáticos y divinos y luego como verdaderas cajas de música llenas de alegría y de sabor. Como grupo, en realidad solamente grabaron dos discos, el primero en 1997 y el segundo en el 2008. Sin embargo, muchos hicieron, hasta que les alcanzó la fuerza de sus días, una carrera en solitario, en especial Omara Portuondo e Ibrahim Ferrer. este último fallecido a sus escasos 78 años.

 

De a poquitos se han ido muriendo, por lo que su éxito ha sido de alguna manera efímero. Sin embargo, su magia sigue cautivando y suena nueva. Como las cajitas musicales del siglo 18. O como el viento, que  aunque viejo, sigue soplando.

 

 

 

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

LEAVE REPLY

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *