Catalepsia

Anoche tuve un sueño. Soñé que me moría pensando que siempre habría un mañana.

Anoche tuve un sueño y soñé que me moría y vi entonces cuantas palabras que no dije, cuantos silencios, cuantos gritos que callé, cuantos perdones que no pedí, cuantos sueños que no tuve, cuantos que tuve y que no hice, cuantas personas que perdí, cuantas personas maravillosas que no vi, cuanto dolor que padecí, cuantas lágrimas que derramé, cuantas risas que no di, creyendo que mañana, soñando que mañana, suponiendo que mañana, fantaseando con mañana, divagando en el mañana. Y ese mañana no llegó nunca porque entonces me morí.

Anoche tuve un sueño y soñé que me moría, esperando a ser perfecto, esperando resolver todas mis cosas, esperando remediar todos mis daños y mis rotos, esperando sanar todos mis miedos, esperando absolver todas mis dudas, esperando que los demás no se aburrieran o que se cansaran del dolor de esperar sin esperanza, esperando, en fin, lo que nunca llegaría.

Anoche tuve un sueño y soñé que me moría. Me volví un experto en aplazar los afectos, demorar los cariños, retardar las emociones, dilatar la cortesía, diferir el perdón y las disculpas, disfrazar los sentimientos de ternura, dejar para otro día lo que era inaplazable, creyendo ser un intachable o creyendo que solo moriría aplastado por el peso de los años.

Anoche tuve un sueño y soñé que me moría viendo pasar las palabras que no he dije, los besos y caricias que no di, los proyectos en común que nunca armé por viajar en paralelo sin querer nunca encontrarme por andar en solitario. Palabras, besos y caricias que terminaron siendo un pan francés de barrio. Duros, inservibles, incomibles, enmohecidos y estropeados.

Anoche tuve un sueño y soñé que me moría llorando a las personas que se irían esperando  a que cambiara, esperando una señal que las quería y que eran importantes en mi vida , esperando  que por fin me decidiera a amarlas sin pretextos, sin excusas y con ganas.

Anoche tuve un sueño y soñé que me moría. Me desperté y no. Era tan solo, catalepsia.

Mauricio Liévano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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