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El dolor le tiene miedo a Dolorán

Hay voces que se cuelan en el tiempo, que se enredan en los pliegues de la memoria como el aroma de un café recién colado en una tarde de lluvia. Una de esas voces llegó desde Ibagué, allá por los años 50, cuando un hombre llamado Héctor Rivera Garzón, un soñador tolimense con el corazón puesto en su droguería, dio vida a una pomada que prometía más que alivio: prometía vencer al dolor. Dolorán, la llamó, y con ella nació un mito que aún resuena en los hogares colombianos. Pero no fue hasta décadas después, en 1989, que esa pomada encontró su alma sonora, un canto que decía: “El dolor le tiene miedo a Dolorán”.

Imaginen una Colombia de finales de los 80, un país de contrastes, de tardes frente al televisor en blanco y negro que empezaba a teñirse de colores. La televisión era un espejo de sueños, y entre sus reflejos apareció un comercial sencillo, casi humilde, pero con una fuerza que atravesaba generaciones. “¿Sufre usted de lumbagos, calambres o dolencias musculares? Sí, señor. ¿Padece tortícolis, torceduras, desgarros? Sí, señor…”. Era un diálogo cantado, una conversación entre un médico invisible y una voz anónima que respondía con un “sí, señor” tan firme como resignado. Y luego, como un conjuro, llegaba la promesa: “Dolorán se frota y el dolor se alivia. Adiós dolores, el dolor le tiene miedo a Dolorán”.

Detrás de esa melodía estaba Cristóbal Rivera, hermano de Héctor y médico de profesión, cuya voz grave y cálida se convirtió en el alma del comercial. No era un locutor cualquiera: era el hombre que, en 1952, mientras estudiaba medicina en Ibagué y animaba un programa radial dominical para recaudar fondos, había soñado el eslogan que daría vida a la marca. “El dolor le tiene miedo a Dolorán”, se le ocurrió un día, entre libros y reflexiones, y lo complementó con frases como “Frotando, frotando, el dolor se va acabando”. No lo pensó como un médico hablando, pero el destino quiso que así fuera. Su voz, conocida también por el noticiero Alerta Bogotá, le dio al anuncio una autoridad serena, casi paternal, que calaba hondo.

El comercial nació en la radio mucho antes, en los años 60, cuando Héctor, con su visión de emprendedor, llevaba Dolorán a los pueblos del Tolima en un Volkswagen del 64, repartiendo cachuchas en la Vuelta a Colombia y proyectando películas de Tom y Jerry para atraer miradas. Pero fue en 1989, con su salto a la televisión, cuando se volvió eterno. Laboratorios Herigar, la empresa de Héctor, contrató a la agencia AMD (Alejandro Munévar Domínguez) para llevar el mensaje a la pantalla. Tras meses de propuestas que no convencían, decidieron lo impensable: replicar la cuña radial tal cual, sin adornos. Un médico de bata blanca, una voz que preguntaba y respondía, y un frasco de Dolorán como protagonista. Simple, directo, inolvidable.

El 19 de junio de 1991, mientras Colombia contenía el aliento viendo a Pablo Escobar entregarse a la justicia en una transmisión de CMI, el comercial irrumpió en la pantalla. La señal falló por un instante, y ahí estaba: “Sí, señor…”. Ese día, Dolorán no solo alivió dolores, sino que se grabó en la historia. Desde entonces, ha sido un clásico, el comercial más longevo de la televisión colombiana, con solo cinco grabaciones en más de 50 años de campaña. La primera interlocutora, Susana, una locutora de La Voz de Bogotá que luego se fue a Miami, dio paso a otras voces, pero el espíritu siguió intacto.

¿Qué lo hizo eterno? Tal vez la melodía, un eco sencillo que se pega como el canto de un río. Tal vez la voz de Cristóbal, que parecía susurrar esperanza. O quizás la pomada misma, que, según cuentan en Ibagué, aliviaba de verdad. Héctor, fallecido en 2020 a los 90 años, dejó un legado que trasciende su laboratorio: un producto que patrocinó al ciclismo —como a Pedro J. Sánchez, “El León del Tolima”, campeón en 1968— y que se coló en el alma de un país. Hoy, Dolorán sigue en las farmacias, y su comercial, aunque menos frecuente, aún suena como un verso antiguo.

Cierro los ojos y lo escucho: el “sí, señor”, el roce de la pomada, el adiós al dolor. Es un poema de la Colombia que fuimos, un suspiro que dice que, a veces, las cosas pequeñas —una voz, una frase, un frasco— pueden vencer al tiempo. “El dolor le tiene miedo a Dolorán”, y nosotros, quizás, le tenemos cariño a ese miedo.

 

Detalles clave del comercial:

* Creador del producto: Héctor Rivera Garzón, fundador de Laboratorios Herigar, inventó Dolorán en 1953 en Ibagué, Tolima.

* Autor del eslogan y voz: Cristóbal Rivera, médico y hermano de Héctor, ideó la frase en 1952 y grabó la voz del comercial.

* Primera versión radial: Década de 1960, con promoción en emisoras locales y estrategias como películas animadas en pueblos.

* Lanzamiento en TV: 1989, producido por la agencia AMD, replicando fielmente la cuña radial.

* Frases icónicas: “¿Sufre usted de lumbagos, calambres…? Sí, señor”, “Dolorán se frota y el dolor se alivia”, “El dolor le tiene miedo a Dolorán”.

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