Robert Nesta Marley Booker, más conocido como Bob Marley, nació en Jamaica en 1945 y murió hace 46 años en Miami. Sin duda alguna no fue un músico cualquiera porque cuando uno dice Bob Marley, inmediatamente se viene a la cabeza la cadencia del reggae, las rastas en el pelo y el olor a marihuana.
Si bien no fue el creador del reggae, fue sin duda, su máximo exponente.El reggae es un género musical que nació en Jamaica a mediados de los años 60 como un desarrollo del ska y el llamado rocksteady y con influencias del calypso y hasta el Rythm and Blues americano. Varias referencias bibliográficas señalan que la palabra «reggae» se entiende como»una expresión para rege», equivalente a rege-rege, una palabra que podía significar tanto «trapos, ropa andrajosa» como «una pelea o riña”.
Como fuera. Marley y su grupo The Wailers fueron sus abanderados. Con el nombre inicial de The Wailing Wailers grabaron más de una veintena de canciones exitosas, entre 1963 y 1967. En 1967 Bob Marley renegó del cristianismo para abrazar la religión rastafari, un movimiento político religioso caribeño que debe su nombre a Ras Tafari, es decir, el emperador Hailé Selassié de Etiopía. A partir de ese momento se empezaron a llamar simplemente como los Wailers y aunque los otros integrantes, en especial Peter Tosh, jugaron un papel fundamental,en realidad Marley era y fue su estandarte.
Aparte de músico, ha sido la imagen del movimiento rastafari que profesan una conducta estrictamente pura: no beben alcohol, no comen carne, viven comunalmente y nunca mendigan ni roban. Se fuman cerca de tres cuartos de kilo de droga a la semana, por lo que es fácil entender porque si bien a Marley le encantaba la música, más le gustaba el porro.El porro de marihuana.
Marley no fue una estrella cualquiera.Aprovechó su reconocimiento para luchar por diversas causas sociales, al punto que terminó convertido en una piedra en el zapato para el establecimiento. Aficionado como el que más al fútbol,montaba partidos en medio de sus giras. En el 78, en medio de una de esas recochas, un rival le pisó un dedo. El dolor insoportable, lo obligó a ir a una clínica donde se encontró con una noticia que e cambiaría su vida, o por lo menos lo que de ella le quedaba: melanoma maligno.
Dos años después, en la ciudad de Nueva York, se desplomó mientras trotaba. El cáncer había avanzado en su metástasis al cerebro, pulmones, hígado y estómago. Le dieron un mes de vida, que terminó gastando en una verdadera maratón hospitalaria. Incluso en ese lapso de tiempo, se rebatió como Berhane Selassie, el mismo nombre que el dictador etíope, que para los rastas era considerado como el mismísimo Jesucristo. Finalmente murió y fue enterrado en Jamaica con honores de jefe de estado.