La bendita chicha

La chicha sigue siendo una bebida popular a pesar del paso de los años. La mantienen viva los pobres de  la Perse y los universitarios en fase socialista por la que atravesamos todos los que hemos pasado alguna vez por un claustro, porque estudiante bogotano que se respete ha fumado marihuana, ha cantado la Maza, se ha vuelto mochilero y se ha emborrachado con dos totumas de chicha, la bebida de los Dioses. El historiador Alfredo Iriarte decía que “antes de la llegada de los españoles a estas frías tierras de los Andes, la chicha, más conocida como vino de maíz y vino de tuza, era una noble bebida ceremonial «con cuyas abundantes libaciones los muiscas se embriagaban, pero sólo en ocasiones tan especiales como bodas, sepelios, carreras y celebraciones de victorias, y jamás de manera rutinaria y habitual como luego lo harían sus descendientes”.

Como todo lo popular, la chicha ha tenido muchos enemigos: que intoxica, que embrutece, que daña y enloquece, que puede ser, pero igual pasa con los cocteles que se toman los gomelos en la zona rosa del Chicó. La chicha no ha dejado de consumirse nunca, a pesar de las prohibiciones que incluyen la del Libertador Simón Bolívar, en 1820, cuando emitió un decreto que censuraba su consumo desde «hoy y para siempre”. Los soldados de Bolívar la siguieron bebiendo, igual que los campesinos del Altiplano Cundiboyacense, en los centrales departamentos de Cundinamarca y Boyacá. Posteriormente la tomaron como suya, los obreros,los zapateros, los artesanos y en general los hombres de la zona baja de la pirámide social. Y como el que toma se emborracha y el que se emborracha generalmente la embarra, construyó su mala fama.

La chicha es una bebida que nunca ha dejado de consumirse desde la época de la Colonia

Después del Bogotazo y como si fuera un anticipo de lo que pasaría años después, el consorcio de cervecerías Bavaria hizo lobby ante el gobierno para que expidiera una ley que declarara legal la producción y el consumo de la  chicha, que por ese entonces  competía y de qué forma con la bebeta de la pola. Así nació la Ley 34 de 1948 que  suprimió la fabricación de chicha, Dos años después  el ministro de Higiene, don Jorge Bejarano, dio parte de victoria proclamando la derrota de este vicio.

La chicha es prima hermana del guarapo y el masato, aunque lejana, pero su base  y su secreto es la misma: el poder de la fermentación no destilada derivada del maíz u otro cereal. Aunque hoy se produce de otra forma, un poco más sofisticada, los historiadores cuentan la receta: “Una vez que germina el maíz, se reúne la familia alrededor de una gran artesa, cada cual toma un puñado de grano, lo tritura con las muelas y los dientes y, cuando está hecho una masa, lo arroja en una olla y toma otra y otra porción de maíz hasta concluir la tarea, después de lo cual se enjuagan la boca y escupen dentro del común recipiente para no desperdiciar nada. De este mejunje resulta una bebida insípida, algo glutinosa por la saliva que contiene; pero es muy fresca y saludable, a juicio de los despreocupados”. La chicha de hoy tiene tres ingredientes principales: Miel, maíz blando, agua y paciencia porque en la cocción y en la fermentación está el secreto. Diez días, como poco. Por eso, si está de afán, lo mejor es que se tome un Red Bull o un Gatorade.

La chicha es prima hermana del guarapo y del masato

Hoy por hoy, la chicha se sigue vendiendo en La Perseverancia,El Chorro de Quevedo, Los Laches y en general en la zona centro oriental de Bogotá en las estibaciones de Monserrate y Guadalupe. Desde 1988 se realiza incluso en la Perse, el Festiva de” La chicha, la vida y la dicha” y aunque sigue siendo una bebida de gusto popular, cada vez más se ven mochilas con Converse y Levis rotos…

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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