En medio de caos bogotano de las seis de la tarde, los conductores o los pasajeros de un Transmilenio atestado buscan algún tipo de refugio.Una voz cálida les cuenta la historia de un crimen sin resolver en Medellín o tal vez Diana Uribe los lleva de paseo por la Revolución Francesa, mientras el semáforo sigue en rojo. Es la magia del podcast. Y en Colombia, esa magia se ha convertido en una fiebre que no para de crecer.
Si la radio fue el amor de nuestros abuelos, el podcast es el flechazo millennial y zeta. Este formato, que combina la intimidad de una charla de sobremesa con la libertad de un streaming infinito, ha conquistado los oídos colombianos.
Según datos de Spotify, Colombia es el tercer país de América Latina en producción de videopodcasts y el cuarto en crecimiento de reproducciones en 2024. Desde 2020, la producción de podcasts en el país ha crecido un 300%, un número que suena a exageración, pero que refleja una verdad: los colombianos no solo consumimos, sino que creamos con una pasión desbordada. Thais Tavara, cabeza de podcasts de Spotify para el mercado hispano, lo dijo claro: “Cerca de 140 millones de personas han escuchado un podcast en la región desde 2019, y Colombia está liderando con voces locales que resuenan hasta en España, Argentina y México”.
El podcast no es un invento nuevo. La palabra, acuñada en 2004, mezcla “iPod” y “broadcast” (transmisión), un guiño a la era en que los reproductores de Apple eran el colmo de la modernidad. Pero en Colombia, el boom comenzó a sentirse con fuerza hacia 2015, cuando el consumo de radio desde celulares creció y las plataformas como Spotify e iVoox comenzaron a democratizar el acceso. La pandemia fue el gran catalizador: encerrados en casa, los colombianos descubrimos que el podcast era una ventana al mundo, una forma de aprender, reír o estremecerse sin moverse del sofá.
En 2019, la EncuestaPod ya señalaba a Colombia como el país con más oyentes de habla hispana, seguido por España y Argentina. Para 2022, el 76,8% de los oyentes prefería Spotify, y el 78,4% buscaba aprender algo nuevo mientras fregaba los platos o doblaba la ropa. El celular se convirtió en el rey: el 88% de los oyentes consume podcasts desde su smartphone, con episodios que duran entre 16 y 60 minutos, perfectos para el ritmo de vida de una ciudad que nunca para.
Y no solo se trata de escuchar. Los colombianos producimos con una creatividad que cruza fronteras. Podcasts como La Vorágine: la historia de la fiebre del caucho de La No Ficción, que revive el genocidio cauchero en el Amazonas, o La Toma de Bumbox, sobre la toma de la embajada dominicana por el M-19, muestran que no le tenemos miedo a las historias grandes, complejas y dolorosas. Incluso la radio pública, como Radio Nacional, ha apostado por contenidos originales que exploran desde la cultura criolla hasta la resistencia en zonas de conflicto.
Hablemos de números, que no mienten. En 2023, se estimaba que 400 millones de personas escuchaban podcasts en el mundo, y se proyecta que para 2027 esa cifra llegará a 700 millones.
- El consumo de podcasts en Colombia aumentó un 44% hasta abril de 2023, según el estudio Cultura Next.
- El 18% de los colombianos utiliza Spotify para escuchar podcasts, siendo esta una de las plataformas más populares en el país.
- Los colombianos suelen escuchar podcasts principalmente en las mañanas, entre 7:00 a.m. y 8:00 a.m., especialmente los martes.
- El formato preferido son las “cápsulas”, episodios cortos y directos, que logran mayor enganche con la audiencia.
Aunque hay una presencia significativa de mujeres como creadoras y anfitrionas, la mayoría de los podcasts más escuchados en Colombia son producidos o conducidos por hombres:
En Spotify: 60% de los shows son producidos por hombres, 25% por mujeres y 15% por parejas o sin anfitrión constante.
En iTunes: 65% hombres, 30% mujeres, 5% parejas o sin anfitrión constante.
En iVoox: 75% hombres, 20% mujeres, 5% parejas o sin anfitrión constante.
Lo que hace único al podcast en Colombia es su capacidad de reflejar quiénes somos. No es solo un formato; es un espejo de nuestra diversidad, de nuestras heridas y nuestras risas. Es la voz de la historiadora que desentraña el pasado, del periodista que no se calla, de la emprendedora que inspira. Es la posibilidad de contar historias que no caben en un tuit o en un noticiero. Como dijo Diego Bolaños de Radiónica, “la gente no migra al podcast porque sigue escuchando radio”, pero cuando lo hace, encuentra una comunidad que comparte, debate y se apropia de las historias.
En un país donde la radio sigue siendo reina, el podcast es el príncipe rebelde que no necesita horarios fijos ni antenas. Es el compañero del trancón, del gimnasio, de la cocina. Es la prueba de que, en medio del ruido, siempre habrá una voz que vale la pena escuchar. Así que, la próxima vez que estés atrapado en el caos de la ciudad, ponte los audífonos y déjate llevar. La fiebre del podcast no tiene cura, y en Colombia, eso es una bendición.