La “ch” no es cualquier cosa. La “ch” es la diva del abecedario con raíces profundas. Es una sílaba con carácter, con historia, con ese swing que hace que todo suene más alegre. En el español colombiano, la “ch” es como ese amigo que llega a la reunión con una anécdota que te hace escupir el café de la risa. Su sonido, ese “tsh” que baila en la lengua, es como soplar una vela con clase o callar al que se puso a cantar vallenato desafinado en la buseta. La “ch” tiene un pasado que se remonta a las lenguas indígenas, especialmente a la chibcha, que le dio un empujoncito a nuestro español para que sonara de esa manera que suena.
La lengua chibcha, hablada por los muiscas y otros pueblos de lo que hoy es Colombia, era como el Spotify de la época: tenía ritmo, tenía alma y dejó un legado que aún resuena en nuestro vocabulario. Aunque el español llegó con sus maletas llenas de palabras, la “ch” ya era una rockstar en las lenguas indígenas, y los chibchas la usaban con una naturalidad que haría sonrojar a cualquier lingüista. Así que, vamos a desentrañar cómo esta sílaba se coló en nuestro hablar diario, con un guiño a los muiscas y unas palabras que son puro amor colombiano.
La influencia chibcha: un toque ancestral en la “ch”
Los muiscas, esos cracks de la agricultura, la orfebrería y las historias alrededor del fogón, tenían una lengua llena de sonidos que se pegaban como chicle. La sílaba “ch” era una de sus favoritas, y no es de extrañar, porque es un sonido que tiene fuerza, presencia, como un buen trueno en la sabana de Bogotá. Según los lingüistas,el chibcha aportó varias palabras con “ch” al español, especialmente en nombres de lugares, plantas y cositas del día a día. Pero, ojo, no todo lo que empieza con “ch” es chibcha puro; algunas palabras son un remix entre el español, el chibcha y hasta otras lenguas indígenas.
Por ejemplo:
Chía: El nombre de la diosa muisca de la luna y de un municipio cerquita de Bogotá. ¿Coincidencia? ¡Para nada! La “ch” aquí es puro legado chibcha, y cada vez que pasas por Chía comiendo un choclo, estás rindiendo homenaje a esos ancestros sin darte cuenta.
Chucua: En chibcha, una laguna o cuerpo de agua. Hoy en día, usamos “chucua” en algunos lados para hablar de un charco o un lugar húmedo.
Chicha: La bebida fermentada que los muiscas tomaban para celebrar, reflexionar o simplemente pasar el rato. La “ch” de chicha es como un brindis ancestral que sigue vivo en nuestras fiestas.
Estos términos, y otros que se perdieron en el tiempo como el Wi-Fi en el campo, muestran que la “ch” era una sílaba clave en el mundo chibcha. Cuando los españoles llegaron, la “ch” ya estaba tan arraigada que no pudieron ignorarla, y se coló en el español como el chicharrón en un plato de frijoles. Además, el sonido “ch” encajaba perfecto con el español, que ya traía palabras como chico o chorro, así que fue como un matrimonio por conveniencia: los dos se querían y se complementaban.
Palabras con “ch” que nos hacen felices
Ahora, vamos a reírnos un rato con algunas palabras que empiezan con “ch” y que todos en Colombia usamos, sin caer en jergas que no son tan comunes. Algunas tienen un eco chibcha, otras son puro español, pero todas son parte de nuestra vida.
Chévere
La palabra que ilumina cualquier conversación. Algo chévere es bueno, es alegre, es top. “Qué chévere esa reunión con los amigos”. La “ch” aquí es como un aplauso, aunque, lamentablemente, no tiene raíces chibchas (viene del español y algo del caló). Pero igual la amamos.
Chisme
El hobby nacional. Un chisme es esa historia que te cuentan en la tienda o en la casa y que te hace abrir los ojos como platos. “Oí un chisme: el vecino se compró una tele más grande que su sala”.
Chicharrón
La estrella de la gastronomía! Ese pedazo crujiente que hace que cualquier comida sea una fiesta. “Dame otro chicharrón, que esto está muy rico”. La “ch” de chicharrón es un crujido de felicidad, aunque la palabra viene del español y no del chibcha. Eso sí, los muiscas seguro tenían su versión de algo crujiente, ¿no?
Choclo
El maíz tierno que nos une a todos, desde una mazorca asada hasta un choclo en el ajiaco. “Un choclo con mantequilla es amor puro”. Aquí sí hay un eco chibcha: la palabra “choclo” tiene raíces quechuas (muy cercanas al chibcha), y los muiscas amaban el maíz.
Charco
Porque en Colombia, cuando llueve, los charcos son como piscinas callejeras. “Me metí en un charco y quedé como si hubiera ido a la playa”. La “ch” de charco no es chibcha (viene del español), pero recuerda a esa “chucua” muisca.
En resumen, la influencia chibcha en la “ch” no es solo una cuestión de palabras; es una forma de ver el mundo. Los muiscas usaban la “ch” en términos que hablaban de la tierra, el agua, la vida, y aunque muchas de esas palabras se transformaron o se mezclaron con el español, su espíritu sigue vivo cada vez que decimos “choclo” o pasamos por Chía. Según estudios lingüísticos,el chibcha aportó al español unos 200 términos, muchos con “ch”, especialmente en toponimia (nombres de lugares) y en la cultura material (comida, herramientas).