La masa

Nuestro espíritu gregario aparece cada día. Nos pegamos de un Transmilenio lleno, de un trasteo un sábado lluvioso a las siete para sentirnos parte de algo, porque a pesar de que nos ufanamos que solos todo lo podemos, en realidad nos gusta el grupo y la gavilla para ser.

Nos gusta putear en grupo, ser valientes en masa, agredir en montonera y no porque nos falten razones para hacerlo en forma individual, sino porque nada nos produce más satisfacción que quejarnos en conjunto, tirar la piedra y  poder esconder la mano.

 

Nos pegamos a un trasteo un sábado lluvioso para sentirnos parte de algo

 

Para completar, somos arribistas, exitistas, triunfalistas y además, oportunistas, por lo que  terminamos celebrando premios de los otros, borrachos de una gloria que no es nuestra, sacando pecho y reclamando tajada, prometiendo aplauso perpetuo, promesa que, sobra decirlo, dura un efímero segundo.

Nos convertimos en expertos de ocasión, peritos versados sobre los temas que pasan y acontecen, porque amamos posar de eruditos y sabiondos, así nuestro conocimiento se limite a lo que diga Tuiter o los grupos de whastapp de la familia.

Compramos camisetas chiviadas para sentirnos  integrantes del tumulto efervescente y les ponemos a nuestros hijos los nombres de los triunfadores de moda y de los ganadores que entrevistan en la radio.

 

Nos convertimos en expertos de ocasión, peritos versados sobre los temas que pasan y acontecen, porque amamos posar de eruditos y sabiondos.

Pontificamos tonteras y bobadas, necedades que se caen de lo obvias, porque no queremos que nos saquen de  la foto, pero nuestras palabras se las lleva el ventarrón , porque todos tenemos un amigo que lo supo un poco antes, lo vio venir en medio de la noche, lo avizoró cuando nadie más siquiera lo intuía.

A los políticos se les nota un poco más porque no logran esconder la hipocresía, pero a la gente del común, a usted y a mí, también se nos ve feo porque somos profetas del pasado, gurús del yo lo dije, adivinos del ayer. Lo peor, es que así como nos subimos, nos bajamos, porque los triunfos son efímeros, pero las derrotas son eternas.

 

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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