Hay algo profundamente irónico en que un país obsesionado con la juventud eterna esté sentado sobre una bomba demográfica de cabello plateado que podría ser su salvación económica. Mientras los colombianos siguen comprando cremas antiarrugas como si fueran pan caliente, los números no mienten: para 2036 habrá más adultos mayores que niños en el país. Y esa no es una tragedia griega, es una oportunidad de oro que vale, literalmente, el 40% del PIB nacional.
La llamada «Silver Economy» o Economía Plateada suena a algo que inventaron los gringos para vendernos otro curso de emprendimiento, pero la cosa va en serio. Tan en serio que el Banco Interamericano de Desarrollo estima que este mercado ya mueve 22 billones de dólares a nivel mundial. Para ponerlo en perspectiva: eso es más plata que el PIB de Estados Unidos.
La historia comenzó en Japón en los años 70, cuando lse dieron cuenta de que su población estaba envejeciendo.Crearon el concepto del «mercado plateado» y, décadas después, el resto del mundo los está alcanzando en esta carrera hacia las canas.Colombia no se quedó atrás. Con 7.6 millones de personas mayores de 57 años —el 14.5% de la población total—, el país está experimentando lo que los demógrafos llaman con elegancia académica «la inversión de la pirámide poblacional». En cristiano: cada vez nacen menos niños y la gente vive más años.Lo interesante es que este cambio no llegó de la noche a la mañana como un ladrón silencioso. Las proyecciones estaban ahí, esperando a que alguien las tomara en serio. El DANE lo dijo clarito: en 2036 tendremos más abuelos que nietos. Punto.Pero aquí viene lo bueno: resulta que los viejitos de hoy no son los viejitos de antes. Olvídense de la imagen del abuelito en mecedora esperando la muerte. Los seniors del siglo XXI son otra cosa completamente distinta.
En Estados Unidos, los mayores de 50 años tienen once veces más riqueza que los millennials. Y no es que sean tacaños guardando billetes debajo del colchón. Al contrario, son consumidores activos que viajan, practican deportes, se educan y, sorpresa, hasta usan tecnología.
El perfil del consumidor senior colombiano está cambiando. Ya no es el señor que va al banco a cobrar la pensión y se devuelve para la casa. Es alguien que quiere envejecer en su propio hogar —lo que los expertos llaman «aging in place»—, que busca experiencias de turismo de bienestar, que invierte en tecnología para mantenerse conectado con sus nietos, y que, en muchos casos, tiene más dinero disponible que sus propios hijos.
Claro, no todo es color de rosa en el paraíso plateado. Colombia tiene sus propios obstáculos que parecen diseñados para complicar las cosas. La brecha digital es el más obvio: según la Gran Encuesta TIC de 2017, el 43% de las personas mayores de 55 años no usa internet porque simplemente no sabe cómo. Aunque el 63% estaría dispuesto a aprender si alguien le enseñara.
Ahí está el negocio: no es que los seniors sean tecnófobos por naturaleza, es que nadie se ha tomado la molestia de explicarles bien. Es como si toda la industria tecnológica hubiera decidido que después de los 50 años ya no se puede aprender nada nuevo. Grave error.La exclusión financiera es otro hueso duro de roer. Los bancos tradicionales ven a un pensionado y automáticamente piensan «riesgo alto», sin considerar que muchos de estos señores tienen ingresos fijos, estables y, en algunos casos, superiores a los de empleados jóvenes con contratos temporales.Pero donde otros ven problemas, los astutos ven oportunidades. La gerontecnología —esa palabra que suena a ciencia ficción pero que simplemente significa aplicar tecnología para mejorar la vida de los mayores— tiene un potencial enorme en Colombia.
Imagínense: dispositivos que monitorean la salud en tiempo real, sistemas de domótica que permiten controlar la casa con la voz, plataformas que conectan a cuidadores profesionales con familias que los necesitan. Todo esto sin que la persona tenga que salir de su hogar o depender completamente de sus hijos.
El turismo especializado para seniors es otra mina de oro sin explotar. Los colombianos mayores de 60 años tienen tiempo, dinero y ganas de viajar, pero la industria turística sigue diseñando paquetes como si todos los viajeros fueran veinteañeros con ganas de hacer parapente.El marco legal existe. La Ley 2055 de 2020 aprobó la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. El Decreto 681 de 2022 adoptó la Política Pública Nacional de Envejecimiento y Vejez 2022-2031. Sobre el papel, todo se ve muy bonito.Pero entre la intención política y la realidad económica hay una distancia más grande que entre Bogotá y Leticia. Mientras el gobierno se enfoca en la protección social —que está muy bien—, el desarrollo del mercado privado avanza a su propio ritmo, sin mucha coordinación ni apoyo oficial.
Los países que han logrado capitalizar su demografía plateada tienen algo en común: dejaron de ver el envejecimiento como un problema y lo asumieron como una oportunidad. Japón no se convirtió en potencia tecnológica a pesar de su población envejecida, sino gracias a ella. La necesidad agudizó el ingenio.
Colombia tiene todas las cartas para jugar esta partida: una población senior en crecimiento acelerado, un ecosistema de startups cada vez más sofisticado, universidades que pueden formar el talento necesario y, lo más importante, una generación de mayores que no se resigna a ser invisible.
La clave está en cambiar el chip. Dejar de pensar en los adultos mayores como una carga fiscal y empezar a verlos como lo que realmente son: el segmento de mercado con mayor poder adquisitivo y más tiempo disponible del país.
Dentro de diez años, cuando los millennials empiecen a sentir las primeras canas y los centennials descubran que sus abuelos no son tan obsoletos como creían, Colombia podría estar liderando la revolución plateada en América Latina. O podría estar viendo desde la barrera cómo otros países se llevan el protagonismo.La diferencia radica en las decisiones que se tomen hoy. En si los inversionistas logran ver más allá de las aplicaciones para delivery y se enfocan en resolver problemas reales de personas reales. En si el gobierno entiende que la mejor política social es crear las condiciones para que el sector privado innove y genere empleo.
La Economía Plateada no es una moda pasajera ni un eufemismo para disimular el problema del envejecimiento poblacional. Es, literalmente, el futuro económico del país. Y ese futuro ya llegó; solo falta que alguien se dé cuenta.
