La sensatez y la locura

Me gusta la palabra soliloquio, aunque tengo la impresión que estoy hablando solo.

Doy vueltas. El mareo. Me acuerdo de Emilio, el gato de mis hijas, que se la pasa dando vueltas esperando que alguien lo consienta. Estoy igual. Camino por mi barrio.  Pienso que parque de barrio que se respete tiene a dos marihuaneros haciendo barras y flexiones. Esta semana he pensado mucho en la sensatez y en la locura. Creo que siempre he intentado la cordura, la discreción, la responsabilidad, el acierto como una forma de pasar inadvertido. Un poco a la manera de los estoicos griegos que creían en el método de vivir en armonía con la razón y la naturaleza, aceptando lo que no se puede cambiar y centrando la atención en lo que sí se puede controlar. Supongo que también tuvo que ver con mi religiosidad de antes. El olor a marihuana se me mete por los poros. El mareo.

He llegado nadando a otra orilla y desde acá veo todo diferente. No me arrepiento de nada. Por el contrario, lo bendigo. Agradezco las personas que han pasado por mi vida, el amor que me entregaron, los errores que yo mismo cometí – que fueron todos – las veces que he llorado. Hay relaciones que vienen con manual de instrucciones, pero sin sello de garantía. Qué se le va a hacer. Mucho roto con remiendo. Yo en realidad soy una colcha de retazos – ecléctico creo que dije alguna vez-.

 

Me gusta la palabra soliloquio, pero tengo la impresión que estoy hablando solo

 

Hoy pienso en Epicuro – no porque lo haya leído, sino porque le estoy sacando el jugo a wikipedia-: los epicúreos sostienen que el objetivo principal de la vida es buscar el placer y evitar el dolor. Consideran que la tranquilidad se alcanza a través del disfrute moderado de los placeres simples y la evitación de las perturbaciones emocionales. Además, los epicúreos no creen en la idea de un destino predestinado, sino que defienden la libertad del individuo para buscar su propio bienestar y felicidad.

La locura, no es más que una sensatez sin riendas, porque lo mío de hoy no tiene que ver con saltar en bungee jumping o irme de mochilero por Europa (que tal vez sí para conocer a Paloma en Alemania) sino  con la sensación de estar vivo, de no aplazar los afectos, de decirle a Lala que todo es posible, que podemos construir -juntos- la vida que queramos, de agradecer todos los días la vida de mis hijas, en fin,  de que todo me importe pero que nada me afecte. La locura, es la falta de miedo, es viajar ligero, sabiendo que tal vez no habrá mañana, que a esta altura de la vida nada nos llega de repente o por pura serendipia, sino que Dios – o el universo- nos está devolviendo lo que hicimos o no hicimos.

Cómo dice Bukowski, “alguna gente no enloquece nunca. Qué vida verdaderamente horrible deben tener”. Y la mía, la mía es una vida buena y por eso agradezco la locura…

 

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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