Dicen que la palabra del año es “vacuna”. Yo discrepo, porque por lo menos en Colombia, la palabra más machucada, manoseada, manipulada, molida y abollada ha sido coalición.
La RAE dice que proviene del latín coalĭtum, supino de coalescĕre ‘reunirse, juntarse y la define como la unión transitoria de personas, grupos políticos o países con un interés determinado.
Y sí, así suena bonito, pero no nos echemos cuentos. En Colombia ese interés está marcado por la necesidad de alcanzar el poder de la forma que sea, sin escrúpulos y sin asco. Esas uniones se parecen más a la figura de los cárteles ( así con tilde) que se define como ‘ un convenio entre varias empresas similares para evitar la mutua competencia” ó, “una forma de organización para establecer acuerdos de autoprotección, colaboración y reparto de territorios (plazas) para llevar a cabo sus actividades”. Se parece también al término trust, que es cuando varias empresas producen los mismos productos y se unen formando una sola empresa. Coalición, colusión, colisión, coartada, sílabas más, sílabas menos, que más da.
De lejos la palabra más usada en Colombia durante este año ha sido Coalición
Dicen que surgieron en Alemania a finales del siglo 19 constituyendo poderosas corporaciones industriales alentadas por el Estado, especialmente en los sectores siderúrgico y químico.
Acá el lema parece ser, “juntémonos para tener la oportunidad de darnos puñaladas”. La ideología de nuestros políticos no es más que una anécdota, un chiste que les permite situarse en cuanta playa necesiten. Se disfrazan de derecha, de izquierda o de centro, pero a la hora de los votos se juntan con cualquiera, sin importar las volteretas que necesiten para dar una explicación un poquito coherente.
Juntémonos para tener la oportunidad de darnos puñaladas
Nuestra política es un chiste y nuestros políticos unas verdaderas sabandijas. Votar por uno o por otro, a la larga es un espasmo fugaz, casi un micro orgasmo que se olvida al otro día, porque quede el que quede, será lo mismo y las promesas que hayan hecho no pasarán de ser eslogan marketeros, frases hechas, prefabricadas en pequeños comités de asesores perfumados.
De pronto la palabra del año 2022 sí será vacuna, pero los que nos la apliquen no serán precisamente los de la Organización Mundial de la Salud…