Los colombianos somos expertos en la gavilla, la mansalva, el bullyng comunitario. Nos gusta putear en grupo, ser valientes en masa, agredir en montonera y no porque nos falten razones para hacerlo en forma individual, sino porque nada nos produce más satisfacción que quejarnos en conjunto, tirar la piedra y poder esconder la mano.
Vociferar en medio del gentío nos salva de las responsabilidades, de poner la cara y sobre todo de ofrecer soluciones. Nos gusta quejarnos, gruñir, renegar, reprochar y si es en medio de una batahola de insultos y algarabía, más nos gusta. Colombiano que se respete no resiste la orgásmica sensación de insultar en público y con coro.
Nada nos produce más satisfacción que quejarnos en grupo para tirar la piedra y esconder la mano
Es por eso que en tiempos de redes sociales hay dos palabras de uso común, aunque de su significado entendamos poco : mamerto y facho, que como las agüitas aromáticas y los te quiero, las usamos para todo.
La primera, estuvo en el centro de la pelea por cuenta de un trino de Margarita Rosa de Francisco: “Yo no sé por qué tanto facho es fanático de Jesucristo, el más mamerto de todos. El mamerto de los cielos”. En algo puede tener razón y es en decir que acá creemos que mamerto es un insulto.
Lo cierto que la palabra mamerto es un colombianismo cuyo origen tiene su propia historia: Dicho término, dicen algunos historiadores, se le atribuye a Jorge Child, un liberal de la alta clase bogotana, que en una charla de café lanzó un gracejo que hizo carrera: ‘La combinación de lucha de masas [comunistas y liberales] es un invento de Gilberto, Filiberto, Roberto, Alberto y Mamerto’, este último en alusión a un grupo humorístico, muy famoso en Colombia llamado “Los chaparrines”, integrado por unos cómicos ecuatorianos, uno de cuyos personajes centrales era “Mamerto Mastuerzo. Algunos incluso creen que el término es sinónimo de tontería o bobada, pero la explicación de su asociación con personajes de la izquierda deriva también del hecho del Frente Nacional, en el que partidos diferentes al liberal y conservador estuvieron excluidos del poder y eran considerados unos “tontos”.
Ser mamerto o ser facho es como un abrazo o un ibuprofeno: un insulto que no se le niega a nadie
En la otra orilla, esté el uso despectivo de la palabra facho para denominar a aquellos que militan en la derecha El término proviene del latín fasces que era un conjunto de varillas de gran resistencia. En Italia, derivó a fascio que adquirió un significado de banda y que empezó a ser usado para denominar a los grupos políticos. En una primera instancia y paradójicamente, tuvo un matiz revolucionario. Una de las primeras fue fue Fasci italiani di combattimento, fundada en 1919 por un periodista llamado Benito Mussolini, que se convertiría a su tiempo en el núcleo del Partido Nacional Fascista, fundado dos años después y liderado por el propio Mussolini.
En la doctrina del fascismo se explica su razón de ser : “Siendo antiindividualista, el sistema de vida fascista pone de relieve la importancia del Estado y reconoce al individuo sólo en la medida en que sus intereses coinciden con los del Estado, que encarna la conciencia y la universalidad del hombre como entidad histórica”. Así, un “facho” defendería de alguna manera al Estado como motor del progreso, por encima de los individuos, lo que no encaja con la manera de ser de nuestros “ fachos” colombianos.
Salta a la vista entonces, que decirle mamerto o facho a alguien, hace parte de esa forma de ser tan colombiana de agredir sin fundamento, arrollar sin argumento, violentar sin prueba alguna porque cualquiera puede ser un hp, pero por lo menos deberíamos probar, que la mamá es muy alegrona