¿Dónde fue el humor?

La diferencia entre el humor y el chiste es la misma que hay entre el amor y el sexo. Chiste y sexo, chascarrillo y polvo, cualquiera, pero el humor – y el amor- exigen su dosis de inteligencia  y de talento.

Si tienen límite o frontera, es una pelea vieja, cuya respuesta sólo la tiene la moral de cada uno. En los tiempos que nos corren, el chiste suele ser materia fácil porque burlarse de un defecto físico, un accidente o una situación embarazosa, es casi, casi una actitud.

Sin embargo, en países como el nuestro, por estar dedicados a la broma y al foforro, al matoneo y a la burla, hemos perdido la conciencia del poder inigualable del humor. Nos debatimos entre el chafarote y los sabiondos, entre los burdos que utilizan la fuerza para resolver cada cuestión y los pedantes que creen saber cada respuesta. Los que ayer ironizaban sobre todo, hoy les parece un sacrilegio utilizar la risa para cuestionar lo que hacen y deshacen. Y viceversa, porque la falta de humor y tolerancia, es una lacra que aparece cuando se montan en un cargo.

 

La diferencia entre el humor y el chiste es la misma que hay entre el amor y el sexo

 

La militancia parece habernos arrebatado la risa. Nos hemos vuelto circunspectos y prudentes, cuerdos y sensatos, parcos y discretos, por lo que todo termina convertido en disputa y en tropel. Cuando se trata de nosotros, de lo que somos, de lo que hacemos, de lo que creemos, le exigimos a los otros compostura, compostura que obviamente no tenemos cuando se trata de utilizarla en contra de los demás.

La intolerancia al humor habla de nosotros, de nuestros miedos, de nuestro culillo a vernos al espejo, de nuestras inseguridades y nuestros titubeos, de nuestra soberbia y nuestra falta de modestia, nuestro ego y petulancia y por eso el que se ríe de sí mismo, suele ser una persona que anda por la vida con la tranquilidad del que se sabe que es un proyecto inacabado.

 

La intolerancia al humor habla de nosotros, de nuestros miedos, de nuestro culillo a vernos al espejo

 

El humor debilita al poderoso, deconstruye  y desmantela, demuele, pero también dignifica y muestra un camino diferente, una forma distinta de mirar. El humor es un bocado que alimenta y da nutrientes. El chiste, un pan francés que se endurece a las dos horas. El uno da contexto y reflexiones pertinentes y el otro cosquillitas en los pies.

Nos sobran chistes y nos falta humor. Nos sobra sexo y nos falta amor ( aunque en realidad el sexo nunca está de más)…

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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