El eco

Me siento en una silla del Parque El Virrey a ver pasar la gente. No cuesta nada y me divierte. Hace frío. Amenaza lluvia.

Dos niñeras conversan mientras los niños que cuidan se aburren en sus coches. (Los de ellos, no los de ellas). Una pareja de ancianos caminan agarrados de la mano. Los envidio anticipadamente. Tres perros corren detrás de una pelota. Un tipo trota. Otra pelota. Quiero decir… bueno, ustedes me entienden. Mi mente es muy dispersa. Vaga sin rumbo. O divaga, que no es lo mismo, pero se parecen.

Me nutro de lo que oigo, de lo que leo, de lo que veo, de lo que siento. Siento que en mi cabeza hay muchas cosas y como en Google drive, se me está llenando el espacio. ¿Borrar cosas? ¿qué? ¿Y si luego me hacen falta? ¿Y si de pronto me sirven para algo, como hacen los viejitos con las cajas y las bolsas?

 

En mi cabeza hay muchas cosas, se me acaba el espacio. Estallará

 

Los recuerdos de las cosas no tan buenas pueden estar en la papelera, pero ocupan espacio. Doble Clic.  No creí sentir  placer de botar tanta basura: miedos, rabias, egos,ruidos, mentiras, dolores, envidias. Ahhh. Casi, casi un micro orgasmo. ¿Y lo bueno?, ¿que hacer con tanta cosa buena que me ha pasado en esta vida? Mis hijas, mi familia, las mujeres que me han amado a pesar de lo que soy, mis amigos, la risa, mis errores, mis aciertos, el fútbol, mis intentos, mis inventos, mi fe, mis sueños. No tengo nada, pero esos recuerdos lo son todo. De algo me ha de servir el corazón reparado que tengo. Nada me sobra. Todo va para allá. A la mano, para sacarlo a pasear cuando me dé la gana. Puede que algún día me falle la memoria, pero es improbable que el corazón vuelva a joder.

Ahora mi cabeza está ligera. Como cuando uno se trastea y quedan dos matas, un cuadro, dos bolsas de ropa y una de basura. ¿Qué más hay? Lo que sé, que es más bien poco, mis certezas que son un pan francés de hace tres días, mi cajita de opiniones sellada con cinta doble faz, un reguero de palabras y de frases sin sentido, mi moral, que no es que ocupe mucho, tres palabras en inglés, los libros que he leído, las canciones que he escuchado, mi experiencia laboral y una memoria la hijueputa para las caras y los nombres.  No es mucho. De razón el eco. Eco. Eco. Lo único cierto es que queda mucho para aprender .

Un perro me ladra y me saca del letargo. Caen las primeras gotas. Me toco el corazón para  asegurarme que todo esté guardado…

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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