Renacer

Son las dos de la mañana. Estoy extrañamente tranquilo. Llevo esperando esta fecha poco más de un año. Tal vez, el fútbol me salvó. Ese micro desmayo en un rechazo bartolero de balón, fue una alerta. ¡Germán no me joda, espere que me dio una picada en el pecho! . Fui casi que obligado al médico. Luego, un milagro tras otro en forma de personas. Corrí con suerte. Tuve amigos que me cuidaron. Tuve a mis hijas. Sí, el sistema de salud es una mierda en la Guajira y en Chocó. No es justo. Debe mejorar. A mí me han atendido bien. Típico consuelo egoísta.

No puedo dormir. Otra vez. Me paro a orinar. Una vez más. Lo mío ya no es insomnio sino incontinencia. Intento leer un poema de Albert Camus. Se llama  El verano ( el poema, no el poeta) : “En el medio del odio me pareció que había dentro de mí un amor invencible. En medio de las lágrimas me pareció que había dentro de mí una sonrisa invencible. En medio del caos me pareció que había dentro de mí una calma invencible. Me di cuenta, a pesar de todo, que en medio del invierno había dentro de mí un verano invencible. Y eso me hace feliz. Porque no importa lo duro que el mundo empuje en mi contra, dentro de mí hay algo mejor empujando de vuelta”.  Y ahora es Sabina con sus Puntos suspensivos:Lo peor del amor, cuando termina,son las habitaciones ventiladas, el solo de pijamas con sordina, la adrenalina en camas separadas. Lo malo del después son los despojos que embalsaman los pájaros del sueño, los teléfonos que hablan con los ojos, el sístole sin diástole ni dueño. Lo más ingrato es encalar la casa, remendar las virtudes veniales, condenar a galeras los archivos. Lo atroz de la pasión es cuando pasa, cuando, al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos”.

 

  El fútbol me salvó. Ese dolor en el pecho después de un rechazo bartolero, fue una alerta

 

Sigo dando vueltas. Mi cama cada vez la siento más grande. ¡Qué frío tan tenaz! Puros síntomas de ausencias. Este último año me han pasado cosas muy extrañas. Todo está conectado. Si lo hubiera planeado – yo, el rey de la chambonería y la improvisación – no habría salido de esa forma. Se necesita un tipo muy teso. Yo lo llamo Dios. No sé ustedes. Así, sin intermediarios, ni ejecutivos de cuenta con sotana.

Mi psicólogo y mi cardiólogo me dijeron que debía abrir mi corazón. Llevo un año en esas. Sin anestesia. Lo del martes, dolerá menos. Seguro. En todo este tiempo, me escarbé solo. Me quité tanta mierda y tanta porquería acumulada. Dolió. Dolió como un putas. Aún me escuecen las heridas. De cada roto he intentado hacer algún remiendo y de cada grieta, una ventana. He visto cosas que antes no. Qué ceguera tan brava. No era miopía. Era soberbia. No era presbicia. Era físico culillo.  Pedir perdón y agradecer. Pedir perdón y agradecer. Pedir perdón y agradecer. Ese ha sido mi mantra sanador. Y llorar, llorar mucho porque el que no llora, no sana. Estoy en paz, pero alerta. Al menor descuido, se reabren las heridas. Es como un cáncer en remisión. ¡Agúzate! como dirían Richie Ray y Bobby Cruz.

En el camino perdí cosas y personas. Más personas que cosas, en realidad. Las cosas no importan.  Me perdí yo mismo. Qué desperdicio. Qué despiste. Qué desatino. Es el pasado y no lo puedo cambiar. No voy a renegar de nada, porque todo eso me trajo hasta acá.  Es cómodo decirlo, pero el arrepentimiento es una planta carnívora. Elvira Sastre vuelve y me acaricia: “puedo escribir que vienes a verme, que vuelves a mis huecos, levantando mi alma y el viento con tu falda, tus palabras diciéndome que no hay jardín sin mi lluvia y mi cariño, que no has dejado de latirme en la demora”.

 Entiendo mi caos. Mi anarquía no son más que preguntas que no he resuelto. Me vuelvo a dormir. Ya no sé si estoy soñando. Han pasado dos días. Es martes. Hay una luz blanca. ¿Será el túnel? ¿El purgatorio? Una voz me dice que cuente de cien para atrás. Me entrego.

En cinco horas sabré si he renacido. Una vez más…

 

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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