En la ciudad de la furia (y de los miedos)

Nunca aprendí a bailar y me arrepiento. Sin embargo mi dislexia rítmica no impidió que en mi juventud lejana, me la pasara de bar en bar con mis amigos. Mientras ellos bailaban, yo me la gozaba escuchando salsa. Recuerdo que nos gustaba ir al Goce Pagano del centro, situado en la carrera 13 con calle[…..]