Hay palabras que la historia escupe como si fueran huesos sin carne: “bandolero” es una de ellas. En los rincones polvorientos del siglo XX colombiano, ese término cargaba un peso moral y político que aún retumba como eco incómodo en las montañas del Tolima, los cafetales de Caldas y las veredas de Boyacá. El bandolero
No los vemos, no los oímos, no los votamos. Pero están ahí. Son discretos, técnicos, vestidos de traje oscuro y sonrisa neutra. Habitan oficinas con aire acondicionado perpetuo, en ciudades como Washington o Nueva York, con vistas a lo global y oídos atentos a los susurros del mercado. Son los organismos internacionales que, aunque usted[…..]
Un libro que es muchos: entre la fe y la filología La Biblia no es un libro cualquiera. Es una suma de relatos, leyes, genealogías, himnos, poesías, cartas y visiones. No fue escrita para ser historia en el sentido moderno, sino memoria, rito, poder, consuelo y advertencia. La ciencia moderna lo ha demostrado: no todo[…..]