Los hombres somos especialistas en evitar tres cosas: preguntar direcciones, decir que necesitamos ayuda y, claro, ir al médico. Pero hay un momento en la vida en el que toca enfrentarse a una verdad científica y contundente: después de los 50, la próstata manda.
Ahí estamos , en la sala de espera del consultorio, rodeados de revistas viejas y otros tipos con la misma mirada de cordero al matadero. Intentamos pensar en algo científico, como para darle un toque digno al asunto:
Los médicos dicen que es un procedimiento rutinario, un gesto noble en nombre de la salud masculina. Pero claro, cuando uno escucha palabras como «tacto rectal», la nobleza parece esfumarse y lo único que queda es una leve taquicardia y la tentación de saltarse la cita.
Eso sí, antes de entrar al consultorio, uno trata de consolarse con datos científicos: la próstata, esa glándula del tamaño de una nuez, es crucial para el sistema reproductor masculino. Produce el líquido seminal, ¡un dato fascinante que jamás una ha pedido saber! Pero en ese momento, por más que trates de racionalizarlo, solo puedes pensar: ¿quién decidió que esta parte del cuerpo necesitaba tanto protagonismo?
Cuando finalmente te llaman, entras al consultorio con la misma actitud con la que Indiana Jones se enfrentaba a un templo maldito: valor fingido y una pizca de desesperación. El médico, por supuesto, está en modo profesional. Te explica todo con calma, pero tú solo captas palabras sueltas: “próstata”, “detección temprana”, “no duele”.
Y entonces, llega el momento. Te piden que te pongas en posición (que nunca es digna, por cierto), y mientras sientes el guante de látex acercándose a tu destino, intentas pensar en algo positivo: “Esto es por mi salud, esto es por mi salud”. También te preguntas si Newton, Darwin o Einstein alguna vez imaginaron que la ciencia llegaría a esto.
Y ahí llega el instante que todos tememos. El doctor, con la calma de quien ha hecho esto cientos de veces, inicia el examen. Uno mientras tanto, trata de no pensar en lo que está pasando. «Esto es solo ciencia», nos decimos . «Un procedimiento normal». Después del examen, mientras nos vestimos, nos damos cuenta de algo importante: todo esto no se trata de perder dignidad, sino de ganarla.Porque ser valiente no es evitar los miedos, sino enfrentarlos, incluso cuando tienen forma de un guante de látex.
Hablando en serio, el examen de próstata es una herramienta esencial para detectar problemas a tiempo. Según los estudios, el cáncer de próstata es uno de los más comunes en hombres, pero también uno de los más tratables si se detecta temprano. Así que, ¿qué son unos minutos incómodos comparados con años de tranquilidad?