El divino baby

Puede que tenga pinta de cantante vallenato con los brazos extendidos, pero lo cierto es que de lejos, es el niño más popular de Colombia, al que le cuelgan toda suerte de promesas y de mitos desde hace 84 añitos.

Desde 1935, el padre salesiano Juan del Rizzo llegó al barrio Veinte de Julio, convencido de la importancia de honrar la infancia de Jesús, por lo que decidió encargar, en el almacén de arte religioso Vaticano del barrio La Candelaria, una imagen del infante que “traslada a aquellos campos  disponiéndose a propagar su devoción”.

El Divino Niño hace parte de la forma de ser del colombiano

Desde entonces, el Santuario  del Divino Niño ha crecido  gracias a los miles de  feligreses que acuden pidiendo ayuda y en algunos casos, dando gracias.  Todos los domingos, el santuario se llena de ladrones, vendedores, limosneros, feligreses, curas y avivatos, que ven en la pequeña imagen la salida a sus problemas.

El Divino Niño es una especie de franquicia, o si nos arriesgamos un poquito, la versión sanandresito de la imagen del Niño de Praga. Como fuera y con el paso del tiempo, terminó convertido como ídolo nacional, al que le piden, al que le invocan, al que le solicitan, al que le demandan por cosas tan variadas como un empleo millonario, la salud de los hijos o los padres ,el amor de un hombre bueno, la suerte en los negocios y hasta la cura de la caspa.

Sin embargo, la cosa no es tan fácil como levantarse enguayabado para montarse en Transmilenio y bajarse en el portal 20 de julio. Dice la tradición que el feligrés debe cumplir al menos cuatro condiciones para que el milagrito se concrete:

Ofrecerle la Santa Misa durante nueve domingos y confesarse y comulgar al menos en uno de ellos.

Dar una libra de chocolate (o equivalente en dinero o en comida) a los pobres.

– Si la persona es pudiente dar un mercado para familias pobres (o su equivalente en dinero). No repartir en la calle porque se forma desorden.

Propagar la devoción al Divino Niño narrando a otros los milagros que Él hace a sus devotos y repartiendo novenas estampas, almanaques, etc. e invitando a otras personas a que hagan el ensayo de visitar al Niño Jesús y de pedirle lo que necesitan.

Dicen que todo es posible para el que cree, pero lo único cierto es que este niño tiene más trabajo del que se merece.

 

 

 

 

 

Mauricio Liévano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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