Y es que el amor se les parece. Dos personas con orígenes diferentes, con formas de ver la vida desigual, que un día se cruzan de manera inexplicable, para entretejer pedazos de existencia.

Por eso, la clave de cualquier relación humana es construir un proyecto en común a partir de puntos de vista diferentes. No es que se conviertan en uno, ni una naranja partida a la mitad, ni que las personas pierdan su autonomía, ni su independencia ni su albedrío. Ni siquiera que no tengan desacuerdos.

La abscisa y la ordenada son los puntos donde nacen dos rectas que se cruzan

De lo que se trata es de mirar hacia el mismo lado, de no viajar en paralelo sin cruzarse, de entenderse como complementos, de creer que lo que vendrá, es lo mismo que ambos desean, de compartir la risa y el dolor, de vibrar en la misma frecuencia y si me apuran, de entregarlo todo por el otro.

Y es que el amor construye, no anula, el amor cimienta, no destruye. El amor nos hace mejores personas, mejores amantes, mejores ciudadanos y como dicen Los Beatles “All you need is love”, todo lo que necesitas es amor, o como dice Borges “ el amor suele ser un convenio tácito cuyas partes se comprometen a hallarse indispensables y milagrosas”.

El amor construye, no anula, el amor cimienta, no destruye

Tener un proyecto en común es darle alas a un plan de vuelo, es acercarse al nirvana de eso que algunos despistados llaman felicidad, el ikigai- sentido de la vida- que citan en Japón, es saber con certeza que la vida podrá ser difícil, pero juntos, dan ganas de enfrentarla.

Como la abscisa y la ordenada, no importa donde nazcan, sino lo que realmente vale la pena es el punto donde se encuentran, que en mis recuerdos vagos creo saber que se llama intersección…