Lo tántrico

Tú tan allá. Yo tan acá. Tan lejos y tan cerca. Me haces falta, me hace falta tu cuerpo, me hacen falta tus caricias, tus besos, tus gritos, tus gemidos, tus silencios y tu risa. Como nos serviría saber de sexo tántrico, porque amarte a la distancia termina siendo una agonía.

 

Pocas veces hemos tenido sexo pero muchas veces hemos hecho el amor o el amor nos ha hecho, que no es lo mismo pero es igual. Construimos un puente inagotable de mimos y arrumacos, de juegos y placeres, de risas y deseo, de explorarnos lentamente y de darnos por completo.

Nunca ha habido reglas ni temores ni recelos ni sospechas ni migrañas ni lumbagos. Los prejuicios se han quedado por fuera de la casa porque siempre nos hemos entregado por completo. Los budistas hablan del nirvana y los católicos del milagro. Yo solamente sé que cuando nos tocamos perdemos todos los sentidos.

 

Me humedezco al recordarte y saber que pronto estarás al borde de mi cama

No tenemos calendarios ni fechas especiales porque el deseo nos puede sorprender haciendo la comida o planchando nuestra ropa. Es amor en igualdad, una revolución tranquila o desbordada, un motín contra el aburrimiento o el disgusto que mueve el mundo afuera, una revuelta que solo quiere demostrar que el amor todo lo puede.

Hoy que estás tan lejos, me humedezco al recordarte y se me hace agua la boca al pensar que pronto estarás sentado al borde de mi cama, quitándome la ropa para recorrerme paso a paso, dándome tu amor a cuenta gotas, haciéndome suplicar que ya no más porque mi cuerpo a duras penas resiste la emoción…

Flore Manfrendi

Ecléctica y bizarra. Codirectora y bloguera

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