Palabrarios

Jugar con las palabras es casi tan antiguo como el hombre, tal vez solamente superado en edad por el fuego y por la envidia. El hombre creó las palabras para decirse, para sentirse, para hallarse. Por eso escribir y decir, nos salvan y entretiene, porque sin las palabras, el corazón sería apenas un músculo.

Y es que algo va de las palabras a los idiomas que terminan siendo neceseres ilusorios, estuches fingidos que creamos para sentirnos diferentes, para decir que somos especiales. Las palabras son creadas con las tripas, con las panzas y barrigas. Salen de los entresijos de los seres ambulantes para expresar algo que se siente. Un idioma, en cambio, es un hecho racional, un código, una caja reluciente donde guardamos las palabras como hacíamos de niños con las fichas de Estralandia.

Por eso, todos vamos por la vida inventado palabrejas y palabras. Los enamorados, los gomelos, los iracundos e irascibles, los tristes, los niños y los viejos, Duque, es decir cualquiera, es decir todos. Como los muebles de Home Center, las palabras vienen con su manual de instrucciones, pero siempre nos sobran dos tornillos y una tuerca. Como los muebles de Home Center. Cada cual las acomoda como le da la gana, cada cual las usa y utiliza, según sus propias necesidades y todos elaboramos una carreta o un relato para enredar eficazmente a los demás. El truco, sin embargo, no es inventarse el agua sino hacer buen hielo. Ese es el verdadero juego y para eso, nos inventamos también, los palabrarios, que no es lo mismo que la palabrería, aunque suene parecido.

Los palabrarios son primos hermanos de las trovas, los adagios, las coplas, los refranes, las rimas, los Haikús, los aforismos, los axiomas, las mantras, los escolios o las greguerías. Las trovas, los adagios, los refranes y las coplas son de corte popular, que le apuestan al doble sentido y al costumbrismo. Las rimas se acercan a la construcción de textos poéticos y es casi una tarea de expertos, lo mismo que los haikús, que es un tipo de poesía japonesa. Los aforismos, por su parte son declaraciones que pretenden expresar de manera concisa y coherente una idea o una sentencia. Las mantras, tienen su origen en el sanscrito y hacen parte fundamental del hinduismo y el budismo. Son palabras o frases que dentro de la creencia que se practiquen tienden a tener un efecto místico. Los escolios, por su parte, son notas breves, criticas e irreverentes sobre temas diversos. En Colombia, su principal cultor fue Nicolás Gómez Dávila, un escritor y filósofo, critico de la realidad moderna y de la sociedad en general. Finalmente están las greguerías, un género, cuya autoría se le atribuye al escritor español Ramón Gómez de la Serna. Se tratan de frases cortas llenas de humor y de sarcasmo, de ironía y sátira, de mordacidad e ingenio. Gómez de la Serna las definió como la suma entre el humor y la metáfora.

Por eso, hay que jugar con las palabras, jugar mucho, porque aunque se las lleve el viento, a alguna playa algún día llegarán…

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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