Gonzalo Arango decía que todo era de él en el sentido en que nada le pertenecía. Yo, descarado y abusivo, lo parafraseo y digo:
Soy, en el sentido de ser obra del Dios en el que creo cada día. El mío, no el de nadie.
Soy feliz, en el sentido de sentir todos los días el amor de mis dos hijas.
Soy un tipo con suerte, en el sentido de haber sido amado y de amar sin ataduras aún en los silencios.
Soy, en el sentido en que nada tengo y lo que tengo no lo tengo. Ni me tiene.
“Todo es mío en el sentido en que nada me pertenece”
Gonzalo Arango
Soy, en el sentido que nadie me pertenece, ni nadie es dueño mío.
Soy, en el sentido en que he perdonado y nadie me debe nada.
Soy, en el sentido en que he pedido perdón y no creo deberle nada a nadie.
Soy, en el sentido en que me he perdonado y camino en libertad.
Soy libre, en el sentido de haber aprendido a dar las gracias.
He pedido perdón, he perdonado y me he perdonado. Soy finalmente libre
Soy afortunado, en el sentido de entender que el dolor es apenas cuestión de perspectiva.
Soy una oruga, en el sentido en que he muerto para coserme unas alas, ser mariposa y volar.
Soy, en el sentido en que no escondo mis demonios ni mis miedos y lucho contra ellos.
Soy, en el sentido de equivocarme cada día, de reconocerlo y tratar de enmendar mis errores.
Soy, en el sentido en que escribo lo que quiero, digo lo que siento y callo lo que debo.
Soy en el sentido en que me he alejado y no me he ido, me he alejado y me encontrado, me he alejado para poder estar más cerca.
Soy, en el sentido de saber que fuimos y no somos y que nadie sabe si seremos.
Soy, en el sentido en que creo en el milagro de volvernos a encontrar
En resumen, tiene razón Gonzalo Arango. No soy ni tengo nada. Apenas los recuerdos que logré construir en el corazón de los demás. Y eso es todo…