Me gusta la palabra soliloquio, aunque tengo la impresión que estoy hablando solo. Doy vueltas. El mareo. Me acuerdo de Emilio, el gato de mis hijas, que se la pasa dando vueltas esperando que alguien lo consienta. Estoy igual. Camino por mi barrio. Pienso que parque de barrio que se respete tiene a dos marihuaneros […]
Hay momentos en la vida en los que por alguna extraña casualidad, suerte o albur mágico, uno termina por darse cuenta que la felicidad no es la plata, ni la fama, ni siquiera el amor, sino que la felicidad consiste en que nadie nos joda. Ataraxia, la llaman los que saben que es ese estado[…..]