Todavía está oscuro. Hace un poco de frío. Se oye un pito lejano. Me levanto a hacer café, igual que siempre.Me gusta el olor ahora que lo revuelvo con clavos y canela.Me siento en la sala y veo el sol nacer. Igual que siempre. Mi ventana no es tan grande, pero de alguna manera tiene
El arte de reinventarse, de reintentarse, es cuestión de filigrana y como el viejo oficio del kintsugi japonés, la idea es embellecer lo roto, reparar lo resquebrajado, hermosear lo agrietado sin negar los avatares de la vida porque al fin y al cabo, el que no llora, no sana.
Somos una suma de poquitos, una inmensa red de cicatrices que vamos entretejiendo en medio de las dudas y caídas porque a veces no importa el tamaño del roto sino la calidad de los remiendos.