Una de arroz por dos de agua
Odiaba la cocina como odiaba muchas cosas
De política o de fútbol era iniciar una batalla
en la que pocas veces claudicaba
Por eso, supe que me amaba
el día que decidió aprender a hacer arroz
no fue difícil
al fin y al cabo, siempre fuimos el agua y el aceite.
Faltó la sal, pero a mí poco me importó
Nunca volví a probar arroz mejor
No era lo suelto o lo esponjoso
Ni lo blando, ni lo blanco o integral
Era saber su amor por mí
Desde ese día decidí quererla para siempre
Fue su amor, fue su arroz,
Fueron sus caricias o sus rabias escondidas
O todo junto a fuego bajo.