El diván

Voy en Transmilenio. Estoy haciendo mala cara. Se me nota el hambre, como a veces pasa con muchas cosas de mi vida.

 

Soy un tipo raro, un bicho extraño, si se quiere. Tal vez necesite una terapia. O un exorcismo, según se vea, porque yo defiendo mi rareza. Ahora me veo acostado en un diván, contándole mis cosas a una extraña, tal vez más jodida que yo:

Como en el tango “Se dice de mi” …

 “Que soy muy viejo, que soy muy pobre, que soy muy feo, que soy muy alto, que soy muy bajo, que soy muy claro,que soy ambiguo, que soy muy calvo, que soy muy vago,que si me rio, que si me muero, que si me lloro, que si me hablo, que si me digo, que si me callo, que si medito, que no medito, que soy miedoso, que me apego a los pasados.”

Ella anota y apenas me mira: “que soy pandito, que soy complejo, que soy confuso, que soy difuso, que soy banal, que soy trivial, que soy buen polvo, que soy muy malo,que soy muy tierno, que soy muy brocha, que pienso mal, que hablo peor, que digo adiós, que no me quedo, que digo la verdad, que el que no se vende se muere, que el marketing, que la diplomacia, que no bailo, que tan inteligente, que tan creativo, que tan triste, que tan melancólico, que me duermo muy temprano, que soy despistado, inconstante, inconcluso, inseguro, confundido, soñador, impaciente, reservado, que no suelto mis recuerdos”.

 

 Soy un tipo extraño, un bicho raro. Tal vez necesite terapia, o un exorcismo

Me mira por encima de sus gafas. Es sexy y tiene buenas piernas. Me pregunta yo qué pienso de todo lo que dicen. “¡Pues que tienen razón! O cómo negar mi edad, mi estado financiero, mi pobreza capilar, mis recuerdos sin cerrar, mis dos piernas izquierdas para el baile, mis ganas eternas de llorar, mis risas, mi ternura, mis despistes, mi banalidad, el amor por mis hijas, mis verdades sin hervor, mis miedos, la energía que consume mis tristezas, mi melancolía cotidiana, mis ganas de vivir, el billete olvidado en el abrigo. Soy el típico usado: abollado, golpeado, magullado, aporreado, pero vivo”.

“¿Que si me importa, que si me afecta, que si me inquieta?”. Sí me importa, no me afecta y me inquieta unas veces no y otras tampoco. Cómo no me va a importar si eso lo piensa gente que yo quiero. Cómo me va a afectar si cada quien es libre de pensar lo que le dé la puta gana porque como el clima, todo es cuestión de perspectiva. Cómo me va a inquietar si estoy en paz con Dios.

Seré difícil, pero no imposible. La verdad es que me aburren los perfectos, los admirables, los pulcros, los sabiondos, pero debo ser yo que nada sé. Decirme la verdad no me ha matado hasta el momento porque para definirme me ha bastado un puñado de palabras. El resto son luces y escenografías.

“Pero estás solo”, dice con frialdad y algo de mala leche. Sí, le dije, pero ya llegará alguien que se quede por lo mismo o a pesar de todo. Mi soledad la abrazo, pero no tanto como para que se acostumbre. Que nunca olvide que en mi vida está de paso.

Vuelvo a la realidad. Por andar elevado se me tuerce el tobillo y pierdo el equilibrio. Me burlo de mí mismo. Voy silbando Circo Beat de Fito Páez. El olor a pan caliente de la panadería de la esquina, me alborota el apetito. Se me nota el hambre. ¿O serán las ganas?

 

 

Mauricio Lievano

“Me gustan los juegos de palabras. En realidad más los juegos que las palabras”. Fundador de Atardescentes

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